No cabe duda que las bandas sonoras de los videojuegos son un apartado de suma importancia, capaz de marcar la diferencia en la experiencia de juego. En la actualidad quizás vivimos una época dorada en cuanto a este apartado, donde las bandas sonoras son equiparables a las de las películas o cantantes conocidos, y es que incluso en la última década pudimos ver por primera vez una nominación a los Grammys de una banda sonora de un videojuego, concretamente la de «Journey«. Algunas bandas sonoras se han convertido en un sello característico de la franquicia a la que representan, como es el caso de Halo con esos cantos similares a los gregorianos, los cuales con tan solo escuchar sus primeras notas somos capaces de identificar la saga de la que se trata. En otras ocasiones esa banda sonora se centra más en sonidos ambientales, suaves, no tan marcados como en ese mismo juego, que buscan acompañar durante la experiencia de juego y resaltar solo los momentos más importantes; Así en The Legend of Zelda: Breath of the Wild los sonidos de la ambientación, la naturaleza o el de encontrar un templo se convierten en elementos que dan carácter al conjunto del juego y permiten una experiencia más tranquila y sosegada.
Aunque las primeras melodías se remontan a la época arcade con Space Invaders, en los videojuegos domésticos no es hasta la llegada de la ATARI 2600 cuando pudimos escuchar sonidos e intentos de bandas sonoras de manera muy primitiva que pudimos disfrutar desde casa. Aunque realmente no fue hasta la generación de la NES y de Sega Master System que estas bandas sonoras tomaron forma e importancia dentro del mundo de los videojuegos. El motivo es que en esta generación se incluía un microprocesador el cual permitía añadir música a los juegos, los cuales hasta la fecha únicamente podían reproducir sonidos, pues la música era uno de los componentes que más memoría requería dentro de los cartuchos y por tanto era necesario sacrificar gran parte de este espacio para poder incluirlas. Todos tenemos en nuestra mente el mítico sonido de Pacman y esto era lo que hasta la fecha se conocía como música dentro de los videojuegos, ya que únicamente su versión en las recreativas incluía la melodía inicial, mientras que en las versiones domésticas solo podíamos escuchar a Pacman mientras recolectaba las conocidas bolitas. La famosa intro de los juegos de Sega Megadrive que todos recordamos, de hecho, era un componente que ocupaba una gran parte de la memoria de estos cartuchos; sin embargo esto marcó una diferencia entre Sega Megadrive y Super Nintendo, pues hasta la fecha no se había visto aún nada parecido dentro del mundo de las videoconsolas. Nintendo siempre ha sabido valorar las bandas sonoras o música que incluían en sus videojuegos como un elemento principal que ha conseguido perdurar en la cultura popular hasta el día de hoy; el máximo exponente de esta idea quizás sea la música del mítico Tetris, pero no es el único referente: Super Mario, The Legend of Zelda (ambos compuestos por Koji Kondo), Castlevania, etc. cuentan con una música especialmente diseñada para meterse en nuestras cabezas, para aprenderse rápido y ser repetidas constantemente aún muchos años después.
Es en la generación de la Mega Drive y Super Nintendo cuando el elemento musical se convierte en una parte tan principal del videojuego como la propia jugabilidad. Bandas sonoras como Donkey Kong Country, Soleil o Chrono Trigger marcaron un verdadero soudtrack dentro de este mundo.
Llegados a este punto merece una mención especial el clásico videojuego conocido por todos, The Legend of Zelda: Ocarina of Time, pues este hacía que el jugador interactuase con el juego a través de la música, haciendo que tocar la Ocarina conllevase cambios importantes dentro del desarrollo del juego, como pasar del día a la noche o transportarte a otros lugares. Es en este título donde se intentan hacer los primeros pinitos a la hora de introducir cantos con voces en los videojuegos, resultando en una melodía espectacular capaz de ponerte los pelos de punta al entrar en el templo del tiempo.
Aunque previamente ya encontramos intentos de emular música orquestal en los juegos de aventuras y RPG (y decimos intento ya que esta música se producía digitalmente, como por ejemplo la saga de Final Fantasy) las primeras bandas sonoras orquestales en videojuegos se remontan a la época del CD, cuando por primera vez podíamos disfrutar de los juego en disco, los cuales tenían mucha más capacidad de almacenamiento y permitía incluir voces o cantos, como en la última batalla contra Sefiro en el Final Fantasy VII. Esto supuso una revolución y marcó un antes y un después en el desarrollo de bandas sonoras que permitieran acompañar al jugador durante su experiencia. Algunas curiosidades de esta época las podemos encontrar en la primera Xbox, la cual permitía omitir por completo los sonidos o bandas sonoras de algunos videojuegos, especialmente del género carreras o deportes, para sustituirlos por un CD de música cualquiera, de manera que podíamos estar jugando al Need for Speed mientras escuchábamos lo último de Michael Jackson.
Pero la música en el mundo de los videojuegos no ha estado exenta de controversia: desde la mítica melodía de Pokemon en el pueblo Lavanda con sus leyendas urbanas sobre suicidios, hasta la música del Ocarina of Time eliminada por contener cantos religiosos de origen musulmán en el Templo del Fuego. Son muchos años de historia de música en los videojuegos y por tanto, muchas historias que contar al respecto. Sin embargo, parte de esta controversia y la creación de estas leyendas urbanas en parte es debido al éxito cada vez más creciente que tiene el mundo de los videojuegos, siendo en la actualidad no solo un nicho de mercado laboral que mueve millones de euros al año, sino también un apartado más de la cultura popular que resurgió en los años 80 para quedarse, y en la actualidad lo podemos comprobar mejor que en ningún otro momento de la historia. Mientras que el siglo pasado los videojuegos eran un mundo minoritario, que la gente en general asociaba más a un público infantil, hoy en día incluso encontramos representación de los videojuegos en otros campos tan populares como el cine, la música o el teatro. A nivel personal debo mencionar aquí un espectáculo creado por el Circo del Sol con la increíble banda sonora del Child of Ligth, un ejemplo de cómo los videojuegos han traspasado fronteras y se coronan en la actualidad como uno de los principales mercados de entretenimiento para nuestra sociedad.
Para finalizar este artículo cabe resaltar, en primer lugar, la importancia que tienen las bandas sonoras para hacer que un juego pase de ser bueno o muy bueno a ser excelente, o incluso pasar a la historia. En segundo lugar, parece que la industria se ha dado cuenta de lo vital de este apartado en los videojuegos, así vemos como es habitual encontrar, no solo en las ediciones coleccionistas, sino también en las estándar la inclusión de la banda sonora como extra, y que las consolas actuales cuentan con un microprocesador destinado únicamente a reproducir las bandas sonoras de manera fiel y con una calidad que hace unas décadas era impensable. Para finalizar, las bandas sonoras son capaces de transportarnos por sí solas a otros mundos, experiencias y recuerdos, tienen la capacidad de hacer que demos marcha atrás en el tiempo y revivamos ese momento en el que jugamos por primera vez a ese juego que tanto nos marcó.
Debemos darle la importancia y el valor que realmente tienen, pues es un elemento vital a la hora de considerar los videojuegos como un arte por sí mismos y los jugadores lo sabemos bien.
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