
Si hay algo que disfruto más que una buena película de terror, es una que logra sorprenderme con una narrativa bien estructurada y atmósferas que se quedan contigo. Hoy les hablaré de «Historias que no te atreves a contar» (originalmente Goe-gi-maen-syon), un filme dirigido por Jo Ba-Reun que, aunque no reinventa el género, ofrece una mezcla interesante de relatos escalofriantes y un escenario que te pondrá los pelos de punta. ¿Listos para adentrarnos en sus misterios?
La historia sigue a Ji-woo, un escritor de webtoons de terror interpretado por Sung Joon, quien busca inspiración para su próximo proyecto. Su búsqueda lo lleva a la Mansión Gwanglim, un edificio de apartamentos deteriorado y lleno de historias oscuras. Allí conoce al cuidador del lugar, quien le relata cinco historias macabras ocurridas en diferentes apartamentos del edificio. Cada relato involucra a personajes variados: un escritor, un vendedor inmobiliario, un estudiante extranjero, una empleada de farmacia y el propio cuidador. A medida que Ji-woo escucha estas historias, se obsesiona con el lugar y sus secretos, sin darse cuenta de que él mismo podría convertirse en la próxima víctima de la maldición que parece acechar el edificio.
Lo que funciona (y lo que no): Un equilibrio frágil
Empecemos con lo bueno: la atmósfera. La Mansión Gwanglim es un personaje en sí misma. Sus pasillos oscuros, las puertas chirriantes y las sombras que parecen moverse por sí solas crean una sensación de opresión que te mantiene en vilo. Jo Ba-Reun sabe cómo jugar con la tensión visual, utilizando planos cerrados y luces tenues para aumentar la sensación de claustrofobia. Además, la película tiene momentos realmente escalofriantes, como la aparición de una figura fantasmagórica en uno de los apartamentos o el sonido de pasos que no deberían estar ahí.
Las actuaciones son otro punto alto. Sung Joon como Ji-woo es convincente en su papel de escritor obsesionado, y su transformación de escéptico a creyente es creíble. Kim Hong-pa, quien interpreta al cuidador, aporta una presencia inquietante que añade peso a las historias que narra. Sin embargo, algunos de los personajes secundarios en los relatos individuales se sienten un poco planos, lo que hace que no todas las historias impacten por igual.
Ahora, hablemos de lo que no funciona tan bien. El ritmo es irregular. Con una duración de 106 minutos, la película a veces se siente lenta, especialmente en los segmentos que no logran mantener la tensión. Algunas de las historias, como la del estudiante extranjero, son menos impactantes y se sienten como relleno. Además, el guion tiene algunos cabos sueltos. Por ejemplo, no queda claro cómo se conectan todas las historias más allá de ocurrir en el mismo edificio o de que los personajes se crucen en alguna ocasión, lo que puede dejar a algunos espectadores con más preguntas que respuestas.
Una coreografía de símbolos (y unas cuantas piedras en el zapato)
Visualmente, la película es buena. El contraste entre la decadencia del edificio y los momentos sobrenaturales —como la aparición de una figura fantasmagórica en uno de los apartamentos— crea una belleza perturbadora. Los efectos prácticos, desde las sombras que se mueven solas hasta los maquillajes de los fantasmas, son efectivos y añaden realismo a las escenas de terror.
Pero cuidado, aquí llega un pero: el uso de CGI en algunas secuencias (como las apariciones fugaces de fantasmas) se siente anticuado y rompe la inmersión. En una película que se toma tan en serio su propia atmósfera, estos detalles chirrían.
¿Y el mensaje? Un espejo roto
Sin spoilear, el filme habla de la obsesión, el miedo a lo desconocido y cómo las historias que nos contamos pueden convertirse en nuestra propia prisión. Ji-woo, al buscar inspiración en el horror, termina atrapado en una pesadilla de la que no puede escapar. La película no ofrece héroes ni villanos claros, solo personas arrastradas por un remolino de superstición y desesperación.
Eso sí, su ambigüedad final dividirá audiencias. Mientras algunos lo verán como un buen final abierto a interpretaciones, otros sentirán que invertir más de una hora y media merecía un cierre menos críptico.
¿Recomendaría «Historias que no te atreves a contar»? Absolutamente, pero con advertencias. No es una película para ver entre palomitas y risas; es una experiencia que exige paciencia. Así que, si te atreves, prepara una manta (para esconderte), café (para no dormir) y llama a un amigo (para discutir el final). Porque después de los créditos, lo único seguro es que querrás hablar de ella… aunque sea para decir: «¿Y esto qué onda?».
Curiosidades sobre «Historias que no te atreves a contar»
- Inspiración real: Jo Ba-Reun se basó en rumores de edificios abandonados en Corea del Sur donde habitantes atribuían desapariciones a fenómenos paranormales.
- El edificio existe: La Mansión Gwanglim está inspirada en un edificio real en Seúl, conocido por su historia de abandono y rumores de actividad paranormal.
- El cuidador misterioso: Kim Hong-pa, quien interpreta al cuidador, improvisó varias de sus líneas para darle más autenticidad a su personaje.
- Efectos de sonido bizarros: Los gemidos de los fantasmas se crearon mezclando grabaciones de vientos fuertes y susurros distorsionados.
- Final alternativo: Originalmente, la película terminaba con una escena más explícita que mostraba el destino de Ji-woo, pero Jo Ba-Reun la descartó por considerarla «demasiado obvia».