Son muchos los personajes y/o series que han nacido de la prolífica mente y pluma de Francisco Ibáñez. Son de su autoría Pepe Gotera y Otilio, Rompetechos, Trece Rúe del Percebe, El botones Sacarino, la Familia Trapisonda, etc. No obstante, destaca de entre todos ellos su primera serie, aquella que le aseguró su entrada triunfal en la Editorial Bruguera allá por el año 1958, y que, con el tiempo, se erigió como el buque insignia de la escuela homónima y del cómic humorístico español. Como ya habréis podido adivinar, me refiero a Mortadelo y Filemón.
En esta entrega de “Conociendo a…”, haré una somera presentación del primer integrante de este particular dúo detectivesco, tanto por seguir con la dinámica actual de la sección de ir personaje a personaje (aunque no tiene por qué ser así, como bien dijo el compañero Martín) como para propiciar una delimitación temática más clara. Pero dejémonos de preámbulos y vayamos al grano.
ASPECTO FÍSICO Y PERSONALIDAD
En contraste con Filemón, el aspecto general de Mortadelo ha variado relativamente poco a lo largo del tiempo. Se trata de un personaje con facciones muy características. Haciendo honor a su nombre, desde el principio aparece como un tipo enjuto y larguirucho, de larga nariz y con unas gafasdirectamente proporcionales a la envergadura de la misma. Destaca también por su sobria vestimenta, una levita negra cuyo cuello se asemeja más a una especie de collarín, que porta además una corbata de bolo muy del gusto del salvaje Oeste. Aparte de la propia evolución estilística de su diseño (formas más redondeadas, detalles mejor definidos, etc.), el mayor cambio es su bombín y paraguas. También mostraba un aspecto más taciturno que el actual. A decir verdad, durante esta etapa guardaba un notable parecido con Fúlmine, personaje argentino creado veinte años antes. En cualquier caso, esos elementos irán desapareciendo de forma gradual, un proceso que culminará en el primer o segundo año de los 60.
En cuanto a su personalidad y su rol en las historietas, podríamos calificar a Mortadelo como el eterno subordinado. Debido a su carácter despreocupado y atolondrado, así como por su hobby de probarse disfraces (de lo que hablaré más adelante), a menudo es blanco de las iras de su jefe Filemón, quien hace gala de un comportamiento despótico y autoritario hacia su ayudante. Por lo general, trata de mostrarse solícito y diligente con sus obligaciones (aunque con frecuencia las haga a regañadientes), a pesar de lo cual terminará dando paso indefectiblemente al desencadenamiento del gag final.
A partir del año 1969, con el salto de los personajes de Ibáñez a las historietas largas para homologarse al formato francés, hicieron acto de aparición nuevos personajes para dar pie a aventuras más complejas y dinámicas. Fue así como Mortadelo y Filemón abandonaron su agencia privada de detectives e ingresaron en la TIA (Téncicos de Investigación Aeroterráquea). Pero la situación de Mortadelo no sólo no varió, sino que empeoró. Ya no sólo era subordinado de Filemón, sino que además debía aguantar las arbitrariedades y reprimendas del Superintendente Vicente. Tampoco se llevará mucho mejor con el profesor Bacterio y con la secretaria Ofelia (aunque en realidad se siente atraída por él). Será con todos estos personajes con los que Mortadelo, por venganza o pura malicia, saque a relucir su lado más sarcástico y pícaro, trocándose en ciertas circunstancias en ira descontrolada. Y es que el conflicto hecho gag constituye una de las características centrales de los cómics de Ibáñez.
UN GENIO DEL DISFRAZ
Cualquier descripción de Mortadelo quedaría incompleta si no se dedica una atención especial a su afición por los disfraces. En un principio, e ignorando las leyes de la física, su abultado bombín cumplía la función de recipiente donde los almacenaba y extraía cuando la ocasión lo requería. Sin embargo, este recurso se mostraba cada vez más forzado. Llegó un punto en el que dicho sombrero tan sólo hacía acto de aparición para sacar de él el disfraz de turno, cuando Ibáñez ya casi había abandonado ese elemento en sus ilustraciones. Con su desaparición definitiva, éstos adquirieron, por así decirlo, cierta entidad propia. Mortadelo será capaz de disfrazarse al instante, en el lapso de tiempo que transcurre de una viñeta a otra. En la práctica, se parece más a una metamorfosis que a un disfraz.
Los disfraces de Mortadelo son de lo más variados. Abarcan todas los elementos imaginables, desde todo lo relacionado con la cultura humana (artes y oficios, manifestaciones folclóricas estereotipadas, personajes históricos y mitológicos, etc.), pasando por el reino animal y vegetal, e incluso objetos inanimados, ya sean de origen natural o artificial. No sólo adquirirá su aspecto, sino sus facultades. Si se disfraza de pájaro, podrá volar; si se mimetiza como un caballo, correrá raudo y veloz; vestido de mecánico, será capaz de arreglar desperfectos de distintos artefactos para continuar con la misión, etc. Sus recursos no conocen límites, por lo que estamos ante una especie de superpoder. Curiosamente, eso no supondrá ningún incentivo en su progresión profesional (siempre ocupará el escalafón más bajo de la organización), ni evitará que sus misiones sean accidentadas de principio a fin.
Ante todo, los disfraces serán útiles para solucionar (o al menos intentarlo) algún problema relacionado con su misión, así como para escapar de las reprimendas de sus superiores, ya sea a la carrera o mediante el camuflaje. También se lo puede probar por simple diversión o vanidad (lo que suele sacar de sus casillas a Filemón), o para escarnio de su jefe cuando se presentan ante el “Súper”. Asimismo, adquirirá tintes expresivos cuando sirva como catalizador de su estado anímico, convirtiéndose en el personaje más expresivo dentro de la escuela Bruguera, donde ya de por sí la efusividad y el histrionismo representan el elemento estilístico primordial.
COMENTARIO FINAL Y RECOMENDACIONES
Mortadelo es un personaje un tanto ambiguo y contradictorio. Objetivamente hablando, podría considerarse como uno de los personajes no superheroicos más poderosos, pero, como contrapartida, parece que siempre será un tipo un tanto desdichado, ocupando el último puesto en el escalafón en su trabajo y continuamente explotado por sus jefes. Su aspecto despistado, además del tesón y la buena voluntad que muestra a veces en sus acciones, contrastará con otras en las que hará gala de una malicia y una mala baba considerable.
Debido a la ingente producción de obras de Ibáñez, tanto en calidad como en cantidad, resulta muy difícil hacer una recomendación en especial . Pero si lo que el lector quiere es saber más sobre la vida de Mortadelo, recomiendo encarecidamente dos. En primera instancia, La historia de Mortadelo y Filemón(1970), donde se da a conocer el pasado de nuestros héroes. En segundo lugar, Su vida privada (1998) nos mostrarán cuáles son sus aficiones y su rutina una vez que terminan el trabajo. Pero en lo que respecta exclusivamente a Mortadelo, en El disfraz, cosa falaz (1996) veremos su faceta de maestro del disfraz en todo su esplendor.
Por último, para quienes les guste las adaptaciones a la pequeña y gran pantalla , no puedo dejar de mencionar los «Festivales» de los Estudios Vara de finales de los sesenta y principios de los setenta, así como la serie inspirada en los cómics de Ibáñez que emitió Antena Tres en 1995. Las adaptaciones cinematográficas La gran aventura de Mortadelo y Filemón, y Misión Salvar la Tierra, de 2003 y 2008 respectivamente, tienen detalles muy de Ibáñez, pero su humor zafio y soez lo apartan algo del estilo de los cómics, a pesar de lo cual quizás guste a los que quieran ver las aventuras de este dúo cómico desde otro enfoque. Y ya veremos qué tal estará la película de animación 3D Contra Jimmy el Cachondo.