En esta sección hemos visto varios ejemplos de personajes inmortales. El primero del que hablamos fue de Vandal Savage, aquel cavernícola que, tras alcanzar la inmortalidad, movió los hilos de una historia escrita bajo su puño y letra. Por el contrario, Gilgamesh el Inmortal, el otrora monarca de Uruk, acabó tan harto de una humanidad condenada a repetir los mismos errores que fue consumiendo su espíritu hasta convertirse en un ser sombrío y apático. El artículo de hoy tratará la serie Mort Cinder, cuyo protagonista también es inmortal, pero no exactamente del mismo modo que los dos anteriores. Técnicamente es capaz de morir (al menos, y que se sepa, por muerte provocada), por lo que el secreto de su «inmortalidad» estriba en que cada defunción irá seguida de una resurrección. No obstante, no será de él de quien hable, sino a de aquel que fue testigo de su suerte sin proponérselo, como siguiendo un destino previamente trazado. Un hombre de carne y hueso, mortal y bastante entrado en años, además. Hoy presentaré, pues, a Ezra Winston, coprotagonista de la serie de Oesterheld y Breccia,
El anticuario de Chelsea
Ezra Winston es un anciano anticuario que regentaba un pequeño local de antigüedades en el barrio londinense de Chelsea que ha sido transmitido dentro de su familia a lo largo de generaciones. Su apariencia no llama en absoluto la atención. Por el contrario, es el propio del de un viejo erudito de entonces, con gafas voluminosas, traje sencillo, chaleco y corbata y con la alopecia propia de la edad. Una discreción que se ve realzada por su actitud introvertida y aspecto apocado. Este hombre pasa el día rodeado de viejos cachivaches, con un trato humano reducido a compraventa de anrigüedades, en las que suele sacar provecho pujando siempre por debajo de su valor real. Su principal ocupación radica en coleccionar, analizar y catalogar cada uno de estos objetos, por lo que ha adquirido un notable conocimiento en la tipología de los mismos (llega a decir que, de forma figurada, mantiene una especie de diálogo con ellos), así como cierta fluidez en la lectura de antiguos sistemas de escritura, en particular de los jeroglíficos egipcios.

El anciano personaje pronto acabaría siendo aquel que conoció al milenario Mort Cinder, pasando a ser este último el centro de atención. No obstante, hace acto de aparición por vez primera en la historieta Ezra Winston, el anticuario, y por lo tanto, es precursora de la serie Mort Cinder como tal. En aquella ocasión ya hubo de lidiar con una serie de fenómenos inexplicables cuando llegó a sus manos una serie de artículos del antiguo Egipto, entre los que se encontraba un espejo que perteneció a la esposa de un escriba del antiguo Egipto y la figura de escarabajo.

Aquel que conoció a Mort Cinder
Pese a estos antecedentes paranormales, los acontecimientos verdaderamente extraños comenzaría para nuestro anticuario en la primera entrega de la serie, Ojos de Plomo. Todo empezó como otros tantos días, cuando “Esqueleto”, uno de sus principales proveedores, se presentó en su negocio con una mercancía envuelta en papel de periódico. Esto había venido precedido de un suceso en apariencia trivial y sin relación alguna con el mismo, la detención de las manecillas del viejo reloj Luis VI en las nueve y media. La página del periódico que hacía de envoltura parecía otro detalle igualmente fortuito, una noticia de la semana anterior sobre el ahorcamiento de un asesino llamado Mort Cinder (“casualmente”, también se encontraba entre los trastos del local de antigüedades). El misterioso artefacto en forma da araña le llenó de extrañeza y repulsión, como si no procediese de este mundo, a pesar de lo cual lo aceptó. Su rechazo no hizo más que aumentar cuando vio que, tras sujetarlo un momento, le había dejado una marca indeleble en la palma de la mano. Tras intentar borrarla en vano, decidió acudir a un médico de Mertonville, no sin antes recibir la visita de tres misteriosos personajes ataviados de negro que se movían al unísono (“como unidos por un hilo invisible”, observó Ezra), y con unos inquietantes ojos plomizos, a quienes despachó con una mentira tras ser interrogado sobre el “Esqueleto”.

Su trayecto a la consulta del doctor fue una cadena de sucesos surrealistas pero interrelacionados: la presencia de idénticas marcas de la araña en distintas personas con las que se topó, la misma noticia de la ejecución de Mort Cinder (esta vez reparó que sucedió en Mertonville, el mismo lugar al que se dirigía) las manecillas del reloj deteniéndose una vez más en las nueve y media y un nuevo encuentro con los “Ojos de Plomo”, quienes en esta ocasión trataron de acuchillarle. El confundido anticuario emprendió una huida que le terminó llevando al cementerio en el cual fue enterrado el supuesto asesino de la noticia. Fue en ese momento en el que comprendió que había acudido a una cita concertada por una extraña fuerza que no alcanzaba a comprender, y que ésta tendría lugar en el cementerio de Mertonville a las nueve y media de la noche. Súbitamente, entraron en el recinto los “Ojos de Plomo”, quienes se dispusieron a clavar una estaca de hierro en el ataúd de un cadáver exhumado. Movido por un impulso irracional, Ezra decidió actuar para evitarlo…

Este fue el accidentado encuentro entre Ezra Winston y Mort Cinder y el inicio de una serie de aventuras en las que el primero hará casi de comparsa, ya sea a causa de las limitaciones físicas propias de su edad (aunque lo que le falta en fortaleza física le sobra en fuerza de voluntad y entrega por ayudar a su amigo) o por quedar reducido al papel de oyente de sus antiquísimas vivencias (se retrotraen hasta la construcción de la Torre de Babel), habitualmente a cuento de algún artefacto de su colección que encierra una historia más apasionante de la que pueda parecer tras el desgaste del paso de los siglos y los milenios. Se pasará así del mencionado diálogo metafórico con objetos mudos e inertes al literal con toda una reliquia humana. Vamos, el sueño de todo arqueólogo y anticuario.

Conclusión y recomendaciones
Ezra Winston es un anciano anticuario bastante corriente. Habitualmente absorto en las antigüedades que acopia en su negocio, jamás sospechará que el destino le reserva encontrarse con una reliquia viva capaz de evocar el pasado de forma incomparablemente más vívida que todos sus artefactos juntos. Además de catalizador de la historia, es interesante por lo lejos que está de la naturaleza juvenil de tantos otros personajes principales.
Las distintas entregas de la serie Mort Cinder, más la historieta Ezra Winston, el anticuario, han sido publicadas en la revista Misterix y recopiladas en distintas ediciones y editoriales, tanto en Argentina y Latinoamérica como e España y en uno o más tomos que actualmente están descatalogados, pero que se pueden adquirir de segunda mano.
