La editorial Bruguera ha visto nacer a personajes tan numerosos como variados. Con todo, algunos expertos como los de la exposición de La factoría del humor Bruguera los han dividido en distintas categorías. Aunque algunas de ellas pecan de excesivamente amplias en su definición (por ejemplo, hay una categoría de “vidas frustradas” y otra para “personajes que personifican la incompetencia y la desidia laboral”, como si alguno de ellos no cumpliera esos requisitos), lo cierto es que sí que nos permite hacernos una idea general de su temática y enfoque. En concreto, hoy voy a hablar sobre uno de los que tienen la etiqueta de “felices e inconscientes”, es decir, que viven en su mundo y ven las cosas de un modo muy distinto a la gente normal (esto último de forma absolutamente literal). Me estoy refiriendo a Rompetechos, del gran Francisco Ibáñez.
Un señor bajito y cabezón
Cuando un viandante se encuentra con Rompetechos y sufre alguna de sus catastróficas equivocaciones suele acudir al guardia más cercano para dar parte de lo ocurrido, refiriéndose a él como “un señor bajito y cabezón”. Esta definición tan gráfica se ajusta bastante bien al aspecto del personaje de Ibáñez. Estamos ante un tipo de reducida estatura, amplia cabeza y nariz redonda. Lleva gafas, bigote, viste con un traje negro y presenta una notable calvicie, con unos pocos pelos del cogote peinados hacia delante a modo de “cortinilla”. La ironía de su apariencia con respecto a su nombre es más que buscada, puesto que según el autor, invirtió por completo el sentido original del nombre propuesto por el jefe de la editorial.

Los cambios experimentados en su aspecto han sido ínfimos debido a que a la altura de 1964 (su primera aparición) Ibáñez casi había consolidado los cimientos de su estilo de dibujo, aquel que alcanzará su plenitud a partir del inicio de los 70. Por otra parte, intuyo que Ibáñez debía tener una imagen mental bastante nítida de su personaje, pues al parecer todos sus bocetos previos reunían las mismas características básicas. A nivel de estatura y miopía, guarda parecido con Mr. Magoo. De acuerdo con el antiguo director de la revista Mordadelo (Vicente Palomares), una de sus posibles inspiraciones podría haber sido el miembro de la redacción Ernesto Pérez Mas, algo nunca mencionado por el propio Ibáñez.
Más ciego que un murciélago
Como ya mencioné en la introducción, Rompetechos entra dentro del grupo de los personajes “felices e inconscientes”, aunque Juan Antonio Ramírez, catedrático de Historia del Arte y especialista en tebeos, utilizaba el término menos amable de “marginados”. Él cree hacer una vida cotidiana con total normalidad, pero en realidad monta escenas y desastres allá por donde va. Esto se debe a su aguda miopía que le hace ver las cosas de una forma muy distinta a como son en realidad.

El esquema de sus aventuras es muy similar. El comienzo es de lo más cotidiano, ya sea porque va a comprar algo, a trabajar en su nuevo empleo, o visitar a un amigo o a su tío Lentejo, el del pueblo. Lo que no cambia es lo que ocurre a continuación. Rompetechos se equivocará de lugar y confundirá los carteles o los elementos externos con lo que él ha venido a buscar, pedirá o preguntará a su interlocutor algo totalmente disparatado o insultante a sus ojos y finalmente, nuestro protagonista será golpeado, dejándole sendos chichones y ojos morados (aunque en alguna ocasión él demuestra que tampoco es manco). Entre medias se suelen producir conversaciones hilarantes que degenerarán en acaloradas discusiones e insultos que preceden a las tortas. Como colofón, el miope personaje irá a quejarse al guardia, que resultará ser cualquier cosa menos eso. A veces, cuando las consecuencias de sus acciones son más graves, acabará en el manicomio o en la cárcel acusado de gamberro o “anarquista peligroso”.

En alguna ocasión Ibáñez ha manifestado su identificación con Rompetechos debido a que el autor tuvo desde muy pronto problemas de visión, lo cual desmonta las críticas que se le hicieron por burlarse de quienes padecían dicha condición. Por lo tanto, no es de extrañar que sea uno de sus personajes predilectos.

Rompetechos y sus cameos
Es un hecho que Ibáñez a menudo recurre a cameos para dar oportunidad de hacer acto de aparición a otros de sus personajes. Esto queda patente en las aventuras de Mortadelo y Filemón, que actualmente ejercen un dominio absoluto en la agenda del dibujante. Algunas veces dichos personajes jugarán un papel vital en las peripecias de los detectives de la T.I.A., como el Botones Sacarino en Testigo de cargo (1984) o Tete Cohete (1981) en la aventura homónima. Otras veces tendrán un rol más discreto y puntual, como Pepe Gotera y Otilio. Pero si hay uno que aparezca de forma relativamente regular, ese es Rompetechos. Aunque se trate de situaciones relativamente breves, y que frecuentemente quede relegado a un mero gag de fondo, es prácticamente uno más de la serie, y no le faltará la oportunidad para hacer gala de su peculiar falta de vista. No obstante, en ocasiones sí que contará con un papel relativamente destacado en la trama. Este fenómeno no es nuevo, puesto que anteriormente ya lo haría en otras obras suyas, como en 13 Rúe del Percebe.

El humor de este personaje se ha vuelto tan universal y recurrente que también podemos verle en historietas de otros autores. Eso ocurre en Pafman, el patoso superhéroe de Joaquín Cera. Mortadelo y Filemón ya hicieron acto de aparición en algún momento, tanto en sus antiguas historietas cortas como en las nuevas (en concreto en Agente Cero Cero Patatero), pero Rompetechos también tendría su propia actuación estelar.

Su figura se ha asociado tanto a las aventuras de Mortadelo y Filemón que el salto de éstos a la gran pantalla fue indefectiblemente acompañado del del propio Rompetechos, interpretado por el actor Emilio Gavira (incluyendo su voz en la película de animación). Por desgracia, no salió demasiado favorecido con el cambio. En La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), Javier Fesser nos lo presentaba como un personaje gruñón y, sobre todo, bastante fascista, convirtiéndole en una especie de Martínez el Facha en miniatura. Todo fue un capricho del director, pues tenía muy claro que «un tipo bajito, con bigote y que está siempre cabreado tiene que ser facha». Esto sólo demuestra la visión distorsionada, interesada y tendenciosa que tiene del personaje. En realidad, la personalidad de Rompetechos es pacífica, casi despreocupada, y siempre se muestra solícito a ayudar a sus amigos y familiares cuando lo necesitan, aunque esto genere numerosos desastres causados por su mala vista. Si a menudo se muestra enfado se debe a que cree que le están ofreciendo un servicio deficiente, o que directamente se están burlando de él, aunque a ojos de los demás el bromista sea él.

Con el cambio de director en Misión: salvar la Tierra (2008), la actitud malencarada del personaje se mantuvo, pero abandonó su carácter fascista. En la última adaptación cinematográfica (y la primera de animación), Contra Jimmy el Cachondo (2014), se notó en cierta medida el retorno de Fesser. Volvió a ser conservador cuanto menos, aunque no tan descarado como en su primera aparición, y hasta tuvo ocasión de mostrar cierto talante filantrópico. Además tendrá un papel importante hasta cierto punto, desbordando los planteamientos del simple cameo.

Conclusión y recomendaciones
Rompetechos es uno de esos personajes que podemos calificar como incomprendidos. Su mala vista le hace blanco de infinidad de problemas, a cada cual más disparatado que el anterior. No obstante, siempre se mantendrá en sus trece, bajo la máxima de que él está en lo cierto y los demás son los que se equivocan (o directamente son unos gamberros). Sin duda estamos ante uno de los personajes más divertidos y disparatados de Ibáñez (si no el que más).
Debido a la fama de la que disfruta, es más sencillo encontrar monográficos suyos que de otros personajes de la antigua editorial Bruguera, con la excepción de Mortadelo y Filemón, Superlópez y algún otro. Existe un buen surtido de tomos recopilatorios publicados por Ediciones B que se mantienen en el stock de las librerías. En primer lugar, cabe destacar el especial 40 aniversario correspondiente al Super Humor número 37, publicado en 2004 y que todavía puede encontrarse en librerías. Por otro lado, disponemos de distintos números de los Magos del Humor, correspondientes a los títulos ¡La vista es la que trabaja! (#115, 2007), ¡Vivir para ver! (#128, 2009), y ¡Echando un vistazo! (#135, 2010).
Entre los cómics de Mortadelo y Filemón en las que hace acto de aparición, sugiero ¡Rapto tremendo! (2004). En este caso, el mismísimo Ibáñez es secuestrado y los dos torpes agentes deberán seguir las pistas del testigo ocular del rapto. Este no es otro que Rompetechos. También recomiendo su última película, tanto por el papel destacado que tiene el personaje como por ser un poco mejor tratado que en otras aventuras, a pesar de conservar algunos tics artificiales, como ya he mencionado.

