[Conociendo a…] Doña Urraca

Nombre
Doña Urraca
Otros alias utilizados
Doña
Primera aparición
Pulgarcito # 77 (1948)
Creador
Jorge (Miguel Bernet).

Dentro de la prolífica editorial Bruguera, existían personajes con una serie de características comunes, pero con todo un mosaico de peculiaridades que los hacían únicos. Ya hemos visto a Mortadelo y sus inigualables dotes camaleónicas, al “Homo Burrus” de Hug el troglodita y al cegato de Rompetechos. Aunque estos, y muchos otros más que no he presentado (y que seguramente a más de uno le llegará su momento), estaban lejos de ser considerados héroes, ninguno de ellos se acercaba a su antítesis completa, es decir, villanos. Esto sí ocurría con Doña Urraca, el sombrío personaje de Jorge, alias de Miguel Bernet en honor a su hijo. A continuación veremos qué le hace tan especial.

Sus planteamientos originales

Primera aparición «extraoficial» de Doña Urraca en el número 76 de Pulgarcito, obra de Cifré.

Desde el principio, el personaje de Doña Urraca estaba concebido para tener un carácter abiertamente malvado y maléfico. Ya en el número 76 de Pulgarcito se advertía a los lectores de la inminente llegada de un ser que dejaría a la altura del betún al mismísimo Frankestein, Drácula o el Vampiro de Dusseldor, y era calificado como “tremebumdo, pavoroso, escalofriante y cadavérico”. En ese mismo número veríamos su primera representación “extraoficial” en un pasatiempo. Curiosamente, no sería el mismo Jorge quien diera vida a su personaje por primera vez, sino por Cifré, aunque al no tratarse de una historieta propiamente dicha, carece de mayor importancia.

Primera aparición de Doña Urraca.

Lo cierto es que complió con lo que prometía. Se trataba de una mujer físicamente nada agraciada, de edad avanzada pero indeterminada (en los archivos que consulta San Pedro en la historieta en la que se va “al otro barrio”, daba un ratio de entre 57 y 129 años), larguirucha, con una nariz larga y picuda, que junto con su negra indumentaria hace honor a su nombre. Su característica imagen se completa con un moño, un paraguas, zapatos puntiagudos orientados hacia arriba y una curvatura característica de su espalda en la mitad inferior que le hace parecerse al cenizo Fúlmine, el personaje argentino de 1945 en el que también parece inspirado Mortadelo.

La influencia de Fúlmine en los dos personajes de Bruguera es innegable.

Pero sin duda no era en su aspecto su principal particularidad. Su carácter era todavía más sombrío que su apariencia. Era un personaje egoísta, mezquino, misántropo y abiertamente malvado. Más que una protagonista de historieta, era una verdadera villana. Se regodeaba con las desgracias ajenas y disfrutaba con la muerte, la destrucción y el caos. Tanto es así que mostraba verdadero júbilo ante las catástrofes y desdichas ajenas o aburrimiento y frustración cuando había fiesta y alegría o sencillamente todo transcurría con normalidad. Si ese era el caso, urdía planes para hacer el mayor mal posible al prójimo. Por ejemplo, podía animar a un ciego a cruzar la calle cuando pasaba un coche, aprovecharse de la buena fe de los más incautos, golpear a personas y perros o incluso llegar al extremo de robar las reservas de penicilina de la ciudad para que los enfermos fallecieran sin una cura para sus males. Sea cual fuere su artimaña, siempre acababa mal para ella, cumpliendo así el guión de todos los personajes de Bruguera aunque, en este caso, de modo totalmente merecido.

La penicilina, el enemigo jurado de Doña Urraca por sus propiedades curativas.

A decir verdad, parecía la típica bruja malvada, y de hecho muchas veces actuaba como tal. En su laboratorio se dedicaba a ejercer alquimia y demás artes arcanas donde lograr sus macabros objetivos. Además, su vocabulario estaba repleto de interjecciones que aludían al mundo infernal, funerario y otras cosas igual de “alegres”.

El siniestro personaje de Jorge parece una bruja, y de hecho a veces lo es.

La mano de la censura en la moderación de su carácter

Dado el carácter tan polémico de la protagonista, rebosante de mezquindad y conductas “poco cristianas”, podría parecer que la censura de la España del nacionalcatolicismo franquista tardó demasiado en actuar, pero finalmente se acabó imponiendo. Con el tiempo, el antaño “azote de la humanidad” se fue volviendo cada vez más apacible y dulcificado. Aunque su carácter áspero y egoísta siempre lo mantuvo, sus maldades ocuparon un segundo plano, pasando a obtener primacía pasatiempos más inofensivos, así como su continua búsqueda de empleo para aliviar su precaria economía. De vez en cuando incluso podrá permitirse el lujo de volverse filantrópica y altruista sin razón aparente.

Con el tiempo, sus maldades se irán atemperando, y hasta tendrá algún arrebato filantrópico.

Las modificaciones en el guión no debieron parecerles suficientes a los censores. A pesar de que sus malas acciones se reducían a “travesuras” y a conductas avariciosas, seguía siendo un “mal ejemplo”. Por eso, el autor se vio forzado a buscarle un “amigo” a la protagonista. Se trataba de Caramilo, cuyo carácter simpático y bonachón serviría como contrapeso a la agria Doña Urraca. Se trataba del típico negociante de poca monta de la posguerra española, que busca cualquier negocio más o menos ilícito para ganarse el pan. Doña Urraca buscará aprovecharse de él, pero será el propio Caramilo quien le tome el pelo y le de un escarmiento.

Caramilo se convertirá en un gran contrapeso para las «travesuras» de Doña Urraca.

Schmidt y su «giro gótico»

Tras la prematura muerte de Jorge en 1960 (38 años), otros autores tomaron el relevo para su personaje estrella. Primero fue su hijo Jordi (que por entonces sólo tenía 15 años y apenas estuvo un año con él) y después Torá, pero fue Schmidt quien le imprimió un mayor toque personal. Durante la etapa de Jorge, el estilo expresionista y relativamente elaborado de sus etapas iniciales dio paso a uno más estilizado y esquematizado, y con una progresiva tendencia alargar su cara en el tramo de la boca. Schmidt le imprimió un mayor dinamismo y vivacidad, y los caracteres góticos se vieron realzados, confiriendo a Doña urraca un aspecto más vampírico y siniestro.

Con Schmidt, Doña Urraca adquirió un aspecto más monstruoso. Se realza su nariz ganchuda y se le añaden orejas puntiagudas.

Para empezar, sus orejas se volvieron puntiagudas al estilo de criaturas del género de terror, y hasta adquirió poderes sobrenaturales como la capacidad de volar sobre una escoba (de nuevo haciendo referencias a la brujería). Por si esto no fuera suficiente, llegaría a trabajar en calidad de subordinada en el castillo de la condesa Nosferatu, conviviendo con criaturas de ultratumba como vampiros y fantasmas, así como con el monstruo de Pakohestein, la mano derecha de la condesa. En El castillo de Nosferatu (1974), primera aventura larga en la que aparecía Doña Urraca aunque fuera de forma relativamente secundaria, que fue publicada en la revista Super Mortadelo, incluso la veremos transmutar sus brazos en alas. Por cierto, este crossover de Doña Urraca y los niños de la Pandilla del Ku Kux Plaf también sufrió la censura, en este caso por la presencia de unas vampiresas supuestamente “atractivas” (las Hijas de la Noche) que en realidad no lo eran, ni tenían ningún tipo de actitud provocativa ni enseñaban nada (cosas de la época que no se pueden entender hoy en día). De hecho, la aventura sólo llegó a las 24 páginas.

En el castillo de Nosferatu, incluso veremos a Doña Urraca ganar poderes vampíricos.

Doña Urraca como radiografía de una época

Antes de pasar al apartado final, me gustaría remarcar las connotaciones costumbristas de estas historietas. A pesar de que en distintos análisis que circulan por la red se minimiza esta faceta en pro del humor negro, me parece innegable que constituye una radiografía de la sociedad de la dictadura franquista de tiempos de la posguerra y el período de la autarquía. Si bien la biografía de Doña Urraca es bastante imprecisa, hasta el punto de en ocasiones calificarla como solterona y en otras como viuda, lo cierto es que es una mujer sola y sin hijos, y que por tanto se encuentra totalmente alejada de la imagen imperante de la mujer como esposa y madre. Esta situación de soltería prolongada estaba muy mal vista en ese momento, y era considerada anormal y hasta peligrosa en una mujer (aunque en hombres tampoco estaba demasiado bien visto que digamos). Doña Urraca sería, pues, la encarnación de algunos de esos clichés de la solterona amargada y resentida.

Mientras que a veces se la define como solterona (tira superior), en otras se insinúa que es viuda (tira inferior).

Igualmente indicativo de la época son las estrecheces económicas de la protagonista, sus continuos malabarismos a la hora de sobrevivir, la constante búsqueda de empleo y el recurso a la picaresca como modo de vida. El rencor, resentimiento y odio que albergan sus personajes podría verse , hasta cierto punto, como un eco de una sociedad en el revanchismo de los vencedores sobre los vencidos, y hasta se puede vislumbrar el carácter represor y omnipotente de la policía, que no dudará en cargar contra Doña Urraca a la más mínima sospecha.

Doña Urraca no es una mujer pudiente, y a menudo tendrá que trabajar en lo que sea para sobrevivir.

Conclusión y recomendaciones

Doña Urraca es un personaje único dentro de la Escuela Bruguera. Esta mujer malvada y tenebrosa bien podría hacer oposiciones para villano de cómic, a pesar de lo cual se le termina cogiendo cariño. Asimismo constituye una ventana única desde donde asomarnos a la mentalidad de una época que nos parece muy lejana, pero que en realidad es parte de nuestra historia reciente. Desgraciadamente, tanto la censura como el temprano fallecimiento del autor truncaron su evolución natural y gran parte de su potencial, pero no bastó para privar de popularidad y carácter único a esta figura antiheroica.

Las recomendaciones sobre este personaje que puedan ser verdaderamente accesibles son escasas debido a lo poco que se puede encontrar de ella en nuestros días, puesto que sus monográficos modernos son prácticamente inexistentes. Casi todos corresponden a fechas muy tempranas, las colecciones Magos del lápiz (tres números en total) y Magos de la risa (números 7, 20, 27, 36, 39 y 41) de principios de los 50.

Magos de la Risa #39

Para ejemplares más recientes, debemos saltar a mediados de los 80 con Genios de la Historieta (#4, 1985), ya descatalogado. No obstante, sí que existe una selección de historietas del personaje que podemos encontrar en librerías. Se trata de la colección Maestros del Cómic, de Ediciones B (#3, 2010) que reúne algunas de sus mejores aventuras de todas las etapas de la Doña Urraca de Jorge. Faltan muchas de las primeras aventuras donde aparecía la antiheroína en toda su esencia, pero es lo único de lo que disponemos hoy que no implique rebuscar por Internet (que alguno hay, pero no mucho) o en el mercado de segunda mano.

Por otra parte, Doña Urraca hizo acto de aparición en tres capítulos de los Festivales de Mortadelo y Filemón. El primero donde la vimos fue en Carioco y su invención, en el Primer Festival, dirigido por Rafael Vara (1968: Estudios Vara,1969), un triple crossover en el que además de los dos detectives de Ibáñez, veremos a Carioco y a Doña Urraca, que como no podría ser de otra forma, es la villana de la historia. Un segundo episodio (si bien fue el primero en realizarse) fue el de Agencia de Información, el primer capítulo del Segundo Festival (1966: Estudios Vara, 1970). La excusa se presentó durante una “foto de grupo” de los principales personajes de Bruguera. Como era de esperar, ella no se conformó con actuar como mera figurante, y decidió hacer de las suyas. Su tercera y última apariciópn sería en El jarrón de Hong Kong, en el capítulo siguiente del mismo festival, en el que una Doña Urraca azafata de vuelo martirizaría al pobre Mortadelo hasta en tres ocasiones. Se pueden encontrar en Internet y de segunda mano en VHS y DVD, y en caso de que no sea posible, pueden visionarse desde Youtube.

Doña Urraca en «Carioco y su invención», en el Primer Festival de Mortadelo y Filemón.
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