A lo largo de esta sección hemos visto personajes pertenecientes a tradiciones de lo más diversas y variopintas. Quizás la más destacada de todas sea la de los superhéroes, ya sean de Marvel o de DC Comics, que hemos tenido la ocasión de conocer gracias a Martín. Se trata de seres con unos poderes portentosos, que consagran su vida para defender a la humanidad de los malvados planes de los no menos poderosos supervillanos. De otro lado, un servidor se ha dedicado a analizar a los personajes de la llamada Escuela Bruguera, los arquetipos de la ineptitud y la mala suerte, ya que los muy desdichados verán cómo todas sus aventuras terminan en un desternillante desastre (al menos para el lector).
Como podemos comprobar, estos géneros se muestran como mutuamente excluyentes, tanto en concepto y temática como en clave artística. ¿Sería posible fusionarlos? La respuesta es sí. Ya vimos cómo la tradición Bruguera destaca por su versatilidad de temáticas y su gran capacidad de sátira y parodia, y el género superheroico no fue una excepción. Tenemos un ejemplo “serio” (dentro de los baremos de Bruguera) correspondiente a Superlópez (1973) y otro mucho más absurdo y disparatado al que se adscribe Pafman (1987), quien fue creado por Joaquín Cera a la luz del éxito del primero y que por su fecha constituye la última remesa de la editorial antes de su cierre. Será este último el que analice esta semana.
Un superhéroe muy “brugueresco”
Como ya habréis adivinado por el nombre y las pintas, Pafman es una parodia de Batman, el famoso hombre-murciélago de DC Comics. De él toma su aspecto general, como la capa y una capucha rematada con unas orejas puntiagudas, aunque la interpretación libre del traje de dicho superhéroe habrá que disponga de otros elementos, como el logotipo de gato (sello personal de Pafcat, diseñador del mismo) en lugar del murciélago o un antifaz que lleva por encima de la capucha. Su aspecto general se completa con un porte nada atlético y una gran nariz característica de los personajes de la editorial. Inicialmente es respingona en su extremo, pero se irá suavizando conforme avancen los capítulos, al tiempo que los cuernos tienden a “caerse” hacia abajo y los lados. En cuanto al color del traje, comenzará siendo una conglomerado informe de tonalidades al azar (cortesía de los daltónicos coloristas) hasta que adopte el azul como color predominante (lo lucirá tanto en el traje propiamente dicho como en la capa), pareciéndose algo a la versión más “azulada” de Batman, si no llega a ser porque sus guantes y botas cada vez aparecerán con más frecuencia amarillos. Finalmente, la capa adoptará el color rojo de forma definitiva, lo que, en unión con el negro de sus “calzoncillos por fuera”, le hará parecer una fusión “cutre” entre Batman y Super Man.
Como superhéroe que es, Pafman dispone de superpoderes. Aunque el autor no especifica muy a menudo cuáles son, podemos intuir que se trata de la super-velocidad, una considerable fuerza y resistencia a las agresiones físicas y un oído extraordinariamente fino. Sólo por ello debería ser un personaje muy poderoso capaz de realizar hazañas parangonables a las de sus colegas norteamericanos. No obstante, existen dos problemas. Uno de ellos es que es bastante tontaina, por lo que rara vez hará buen uso de los mismos (por ejemplo, cometiendo algún lápsus como interpretar mal una conversación captada por su super-oído o directamente ignorando qué tipo de poderes tiene, como cuando intenta echarse a volar sin éxito). Otro es la nula continuidad de la historia, haciendo que cuando le toque morder el polvo (ya sea a consecuencia directa de sus errores como hacer explotar tal o cuál cosa, o por las represalias de algún personaje o de los ciudadanos en general) no sea más que un simple personaje de Brugera con traje que parece que no tiene poder alguno. Máxime cuando sus aventuras siguen al dedillo la estructura de otras del estilo, es decir, una sucesión de gags, adobados con el estilo disparatado y surrealista tan característico de Cera, que culminarán con un catastrófico desenlace.
Pafman cuenta con un ayudante, el gato antropomorfo Pafcat, que hará las veces de Robin, aunque en realidad reproducirán los roles de Mortadelo y Filemón. De hecho, nuestro héroe podrá ser tan autoritario y déspota como el propio personaje de Ibáñez, dándole órdenes continuamente o pagándola con él cuando algo le salga mal. Por si fuera poco, ambos volverán a ponerse en la piel de los detectives de la T.I.A. cuando empiecen a trabajar bajo las órdenes del comisario Mafrune, una especia de “Super” bastante excéntrico y camaleónico. Eso sí, como los personajes no son más que un medio para el flujo constante de chistes mencionado el el párrafo precedente, a veces veremos en Pafman una inusitada lucidez a la hora de resolver problemas y de sufrir los disparates de un embrutecido Pafcat que ocasionalmente asumirá el papel del tonto del dúo (amplificado desde que asumió el papel de científico desastroso cuyos inventos salen mal, al estilo del profesor Bacterio).
En cuanto a sus enemigos, muchos cumplen con el cliché del doctor malvado y demente como es el caso del Doctor Ganyuflo o el Doctor Feator, aunque otros romperán deliberadamente con ese tópico, como el caso del “multi-oficios” Malfendi (empezará siendo el profesor o doctor Malfendi, pero luego se le llamará catedrático, director, capitán, etc.) o el priopio Enmascarado Negro, del que sólo sabemos que es su archienemigo y que hace el mal por puro sadismo y para fastidiar a Pafman. También mantendrá rivalidad con otros superhéroes como el Capitán Europa (clara parodia del Capitán América), con el que competirá por el puesto de mejor justiciero de la ciudad, aunque suele acabar mal con cualquier compañero de profesión en general.
De vuelta a la actualidad
Después del cierre de las revistas “Mortadelo” en 1996, el personaje de Cera estuvo más de siete años en el dique seco hasta su regreso en 2004 bajo un nuevo formato de historietas largas de la mano de la colección Top Cómic de Ediciones B. Como ya comenté en mi reseña de dicha colección, esta etapa estuvo marcada por un proceso inverso al de muchos otros. Si éstos se alejaron de sus referencias originales, con Pafman ocurrió todo lo contrario. Si empezó siendo una parodia bastante imprecisa de Batman, las referencias a su fuente de inspiración aumentaron algo. Su Paf-traje fue rediseñado, adoptando una tonalidad grisácea y con unas orejas nuevamente erguidas. Su antifaz desapareció. Por otra parte, si antes carecía de base secreta (debió conformarse con su propia casa hasta que ocupó de forma temporal la base submarina del doctor Feator), ahora le veremos desenvolverse en su Paf-cueva, y hasta poseerá un nuevo modelo de Pafmóvil digno del propio Batman (al menos en apariencia, porque por lo demás…). Asimismo, se terminará fijando su metrópolis en la que reside y a la cual protege: Logroño City, la gran megalópolis de Europa Occidental, y que dispone de monumentos de lugares tan dispares como la Estatua de la Libertad al Big Ben.
También se le dotó de una identidad secreta más robusta. Si en su etapa de las revistas “Mortadelo” era raro verle sin que llevar enfundado su Paf-traje, con el que iba a todas partes (desde su casa a cualquier lugar público, aún sin estar de servicio) ahora le veremos de paisano con más frencuencia (aunque el color de su pelo continuará dependiendo del arbitrio del colorista que irá de rubio a castaño). Descubriremos que se llama Manuel Pérez, y que tanto el Paf-traje como la forma actual de Pafcat es fruto de una estúpida confusión, cuando Manuel, que trabajaba en la lavandería del amigo que se transformaría en Pafcat, confundió el detergente con plutonio mientras preparaba la lavadora, otorgándole así unas cualidades sobrenaturales. Incluso se desvelará la etimología del nombre. Man no es “hombre” en inglés, sino la abreviación de Manolo. En cuanto al prefijo Paf-, sigue teniendo el significado tan evidente. En el transcurso de estas nuevas aventuras también iremos conociendo por qué estuvo inactivo durante siete años y algún detalle de su pasado, como la historia de su primer amor. Es decir, que si bien se mantienen sus altas dosis de humor disparatado, la historia tendrá más continuidad y un hilo conductor definido.
Lo que no cambiará es la total y absoluta torpeza e inutilidad de Pafman. Es más, se consolidará su papel como tonto del grupo y se atemperará esa faceta en Pafcat, al tiempo que será su sobrina Tina Tonas la que lleve la iniciativa en las investigaciones. Junto a ese carácter simplón e infantil, se perfilarán otros aspectos de su personalidad, presentándolo como un personaje castizo y patriotero, un tanto religioso y conservador (de hecho se dará a conocer que a diferencia de su sobrina, que “vota a los sociatas”, es votante del PP).
Conclusión y recomendaciones
Pafman es el típico personaje estúpido y desastroso de las historietas de Bruguera, pero que cuenta con la particularidad de ser un superhéroe. Esta parodia de Batman fracasará en la mayor parte de sus misiones, empeorando cualquier desaguisado que pretenda arreglar y creando otros que no existirían si no hubiese intervenido, generando así un gag tras otro que hará que nos desternillemos de risa. Desgraciadamente, sus escaso éxito lo ha vuelto a condenar al ostracismo, y no sabemos por cuánto tiempo permanecerá así.
Las aventuras del superhéroe logroñés fueron ganando importancia. Hizo acto de aparición en todas las revistas de entonces (Mortadelo, Mortadelo Extra y Super Mortadelo), y la extensión de las mismas aumentó de dos a tres y hasta cuatro páginas. A pesar de todo, y a causa de lo infravalorado del personaje, a día de hoy carecemos de recopilatorios de sus historietas clásicas. En su época salieron cuatro volúmenes, dos de la colección Olé (#361, 1989; #393, 1991) y otros dos de Olé varios (#3, 1994; #16, 1997). Los segundos ejemplares incluían una historieta de duración media (unas veinte páginas) cada uno, El doctor Ganyuflo (1991) y El asesino de personajes (1997) respectivamente. Para poder leerlos sólo hay dos opciones, o rebuscar en el mercado de segunda mano o buscarlos en digital en internet.
Por lo que respecta a sus nuevas aventuras, hay más posibilidades de que encontréis varios de ellos. Como ya dije en la reseña, existen dos colecciones, la Top Cómic (siete tomos autoconclusivos) y Crónicas de Pafman (únicamente dos). A eso hay que añadir otro que olvidé mencionar. Se trata de un recopilatorio de sus tres primeras aventuras englobadas en el primer (y único) número de Super Top Cómic de Pafman (2010).