No suelo dejarme llevar por los tráilers ni las promesas de los estudios cuando se trata de juegos de sigilo. Ya hay demasiados y la mayoría se parecen tanto entre sí que el género se vuelve demasiado repetitivo y hasta genérico. Steel Seed, el nuevo título de Storm in a Teacup, llegó a mis manos con esa mezcla de hype y escepticismo que solo los fans del género entenderán. Tras varias horas de saltos, huidas y algún que otro cabreo, tengo claro que este juego está lleno de buenas ideas, momentos brillantes y decisiones que, honestamente, no siempre funcionan.
Steel Seed se presenta como una aventura de acción y sigilo en tercera persona, ambientada en un futuro donde la humanidad ha sido prácticamente erradicada y los robots dominan un mundo subterráneo tan opresivo como fascinante. Encarnas a Zoe, una protagonista que despierta convertida en cyborg y que, sin tiempo para asimilar su nueva condición, se ve envuelta en la misión de restaurar la humanidad digitalizada por su propio padre. La premisa suena potente (aunque no es algo que no hayamos visto antes), pero la historia, aunque cargada de lore, nunca termina de despegar. Hay un giro argumental que se ve venir a kilómetros y, en general, la narrativa avanza más por inercia que por interés real. Sinceramente, la motivación para seguir avanzando suele ser más el diseño de niveles y la jugabilidad que el deseo de descubrir qué pasa con Zoe o su padre.
Donde Steel Seed brilla es en su apartado visual y en la ambientación. El primer impacto es innegable: los escenarios industriales, las estructuras colosales y la iluminación crean una atmósfera que te mete de lleno en esa distopía robótica. Hay momentos en los que me he quedado quieto solo para admirar el trabajo artístico, especialmente en zonas donde el juego se toma la molestia de mostrarte el mundo desde ángulos cinematográficos. Esos instantes son, sin duda, lo mejor del juego y logran que la experiencia se sienta mucho más grande de lo que realmente es.


El gameplay es una mezcla de sigilo, plataformas y acción, pero aquí es donde empiezan los matices. El sigilo es el núcleo de la experiencia, y se nota que el estudio ha puesto cariño en este aspecto. Las mecánicas recuerdan a los grandes del género: patrullas con rutas previsibles, coberturas, gadgets para distraer y zonas de hierba holográfica donde puedes camuflarte completamente. El dron KOBY, tu inseparable compañero, añade una capa táctica interesante, permitiéndote activar botones lejanos o desplegar coberturas temporales. El sigilo es satisfactorio y, salvo algún despiste ocasional de la IA, funciona bien. Es especialmente divertido planear rutas, marcar enemigos y ejecutar asesinatos silenciosos sin que nadie se percate de tu presencia. Algunas veces me recordó viejos tiempos, jugando a Splinter Cell en mi GameCube.
Ahora, si decides liarte a golpes, prepárate para la frustración. El combate es, sin rodeos, lo peor del juego. Zoe solo dispone de un ataque ligero y uno fuerte, sin posibilidad de bloquear ni de encadenar combos interesantes. La única defensa real es esquivar, y aunque un buen “perfect dodge” te permite contraatacar, la sensación es que el sistema es demasiado básico y punitivo. Dos o tres golpes enemigos bastan para mandarte al último checkpoint, y la falta de variedad en armas o movimientos hace que cada enfrentamiento se vuelva repetitivo y, en ocasiones, injusto. Más de una vez opté por recargar el punto de control antes que enfrentarme a una sala llena de enemigos, porque la experiencia de combate no recompensa el riesgo.
El diseño de niveles, por otro lado, es una de las grandes virtudes de Steel Seed. El juego no es completamente lineal, pero tampoco es un mundo abierto. Los escenarios están llenos de rutas alternativas, plataformas, zonas de parkour y secretos para los que disfrutan explorando cada rincón. Me recordó a esos viejos plataformas 3D donde cada salto y cada recorrido tenía su truco. Hay secciones donde la perspectiva cambia a 2D durante persecuciones, añadiendo variedad y tensión. Es en estos momentos donde el juego se siente más dinámico y divertido, y donde realmente aprovecha su ambientación industrial y vertical.


El árbol de habilidades aporta algo de profundidad, aunque tampoco revoluciona el género. Ganas “Glitch” al completar desafíos y eliminar enemigos de formas variadas, lo que te permite desbloquear mejoras para Zoe y KOBY. Algunas habilidades, como atacar mientras corres o ampliar el arsenal del dron, deberían estar disponibles mucho antes, porque cambian radicalmente la forma de afrontar los encuentros. Sin embargo, el sistema de progresión se siente algo rígido, ya que necesitas cumplir requisitos específicos para desbloquear cada mejora, lo que puede resultar tedioso si no te gusta repetir patrones de juego.
La relación entre Zoe y KOBY es simpática, aunque no memorable. Hay diálogos y bromas que alivian la tensión, pero a veces el ritmo se ve lastrado por secuencias de “caminar lento” no salteables tras escenas de acción, algo que nunca entenderé por qué sigue existiendo en pleno 2025. Esto no es exactamente una queja, porque yo sí disfruto de un ritmo pausado, pero sé bien que no es el estándar últimamente, y la opción de saltear escenas siempre debería estar, no cuesta nada añadirla. El doblaje cumple, pero no hay momentos realmente emotivos ni escenas que se te queden grabadas.
El apartado sonoro acompaña bien, con efectos y música ambiental que refuerzan la sensación de soledad y peligro constante, aunque no esperes melodías memorables. La variedad de enemigos es otro punto flojo: aunque los robots y mechas imponen al principio, pronto te das cuenta de que los patrones se repiten y la IA, aunque decente, no sorprende tras varias horas.


Tampoco es un juego para quienes buscan profundidad argumental o un mundo repleto de contenido secundario. Aquí la historia es un mero hilo conductor, y aunque hay coleccionables y algún que otro secreto, el foco está claramente en el sigilo y la exploración. La duración ronda las 10-12 horas si te dedicas a buscar todos los extras, pero la campaña principal puede ventilarse en bastante menos si vas al grano.
¿Recomendaría Steel Seed? Depende de lo que busques. Si eres fan del sigilo y disfrutas de plataformas con ambientaciones potentes, aquí tienes un título que, pese a sus defectos, logra ofrecer momentos muy disfrutables. El combate, la narrativa y ciertos problemas técnicos lastran el conjunto, pero hay suficiente calidad en el diseño de niveles y la atmósfera como para justificar una partida. Eso sí, si lo tuyo es la acción directa o buscas una historia que te atrape de principio a fin, probablemente Steel Seed te deje frío.
Personalmente, me quedo con la sensación de haber jugado a un título hecho con pasión, pero que necesita pulirse mucho más para alcanzar el nivel de los grandes del género. Es un juego que, con más variedad en combate y un guion más trabajado, podría haber sido mucho más. Por ahora, es una curiosidad recomendable para quienes saben disfrutar de las virtudes y perdonar los defectos de los juegos imperfectos pero con alma.

