Una hora. Doce niveles. Una princesa secuestrada por un cruel visir y un príncipe que acude al rescate. Basta mencionar esos elementos para saber que me refiero, una vez más, a Prince of Persia. Pero no uno cualquiera, sino el de 1989. El original, el de Jordan Mechner, vamos. Y, como no tuve suficiente con el artículo que escribí para la web a finales de 2015, decidí embarcarme en una partida con luz y taquígrafos. Así, quienes me vieron en Twitch pudieron contemplar en vivo y en directo mi fracaso. Y es que, en este juego, intentarlo sin practicar previamente es sinónimo de derrota casi segura (llevaba años sin tocarlo). De este modo, tras superar el juego fuera de cámaras sin mayores problemas (tras otra previa experiencia fallida, la cual me hizo tomar nota nuevamente de mis errores), me lancé de lleno a mi segundo intento en directo.
No obstante, estoy empezando a comprobar que jugar en la intimidad y hacer lo mismo durante una transmisión en directo (sin importar el número de espectadores) son mundos completamente distintos. Y es por eso que, bien avanzado el juego, el suspense se disparó hasta cotas estratosféricas. ¿Sería capaz de pasarme el juego en esta ocasión? Lo sabréis si véis el siguiente gameplay, resubido a nuestro canal de Youtube.