En el primer artículo de este especial Superlópez vimos cómo la trayectoria de la serie puede dividirse en dos etapas: una canónica y otra no canónica. La no canónica, como recordaréis, a su vez la dividí en dos: sus inicios en Euredit y sus años “bruguerescos”, aunque bien podría haber una tercera de transición, como se parece intuir en la historieta reeditada en 25 años de Superlópez (Olé #33). Por su parte, en la reseña de El Señor de los Chupetes (Olé #5) mencioné que esta obra estaba englobada en una segunda etapa en la que, a su vez, se dividiría el Superlópez canónico, que dio comienzo con en el número anterior (Los alienígenas, Olé #4), cuando Jan decidió trabajar en solitario. Aunque el devenir de la serie hace discutible hablar de fases aquí (más adelante veremos por qué), lo cierto es que los tres primeros volúmenes de las aventuras canónicas tenían un estilo bastante diferenciado. Y es así donde entra Efepé (nombre artístico de Fernando Pérez Navarro).
En ese entonces, éste colaboraba con Jan en materia de guiones. En realidad, ya trabajaban juntos antes de que la serie diera el salto que la consolidó y, de hecho, fue copartícipe en ese proceso. Como mejor conocedor del género superheroico, fue con Efepé cuando las referencias al mundillo se multiplicaron, ganando sentido y coherencia sin perder por ello el tono satírico y absurdo que tanto caracterizó al humor de la serie por aquel entonces. Los orígenes de Superlópez, que ya vimos en ese momento y que tanto recordaban a los de Superman, se dieron a conocer durante esa colaboración. En ese mismo primer volumen hicieron acto de aparición enemigos que yo considero brillantes, como Luz Luminosa (capaz de cegar con el reflejo en su calva de una simple linterna), la Pesadilla Atómica, o el Gladiador galáctico, entre otros. Pero quienes van a ejercer de catalizador para homenajear esta faceta de la serie van a ser El Supergrupo, la máxima expresión de la misma.
UN GRUPO CAÓTICO Y DISFUNCIONAL
Superlópez sobrevolaba la cuidad dormido como un tronco cuando se estrelló contra un edificio bancario, abortando de forma totalmente fortuita un atraco que estaba produciéndose en ese preciso momento. El Capitán Hispania, que había acudido a la llamada (o simplemente pasaba por allí), le confundió con un delincuente, atacándole furibundamente con su escudo. La pelea no duró mucho, pues Superlópez le convenció a base de puños de que estaba en un error. Fue precisamente el Capitán quien tuvo la idea de formar una asociación de superhéroes para minimizar ese tipo de confusiones en un mundo con cada vez más justicieros de ese tipo. Al grupo se le fue uniendo, uno tras otro, el resto de integrantes: Bruto, la Chica Increíble, Latas y Mago.
Desde un primer momento, el Supergrupo demostró ser caótico y disfuncional a más no poder. Llegaron seis horas tarde a su primera misión porque fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre quién iba a ser el líder del equipo. Se formó una verdadera batalla campal en la pugna por el puesto. De nada sirvieron los intentos conciliadores de Superlópez. Si proponía que la jefatura fuese rotativa, todos se postulaban por ser el primero en ejercerla. Si sugería una votación, todos se votaban a sí mismos. No tuvo más remedio que imponerse por la fuerza, quedando él como líder del Supergrupo. Como eso no evitó que se peleasen por cualquier cosa, más adelante pactarían no pegarse más entre ellos.
Por si no fuese suficiente con los conflictos internos, esta asociación tampoco se caracterizaba por su diligencia y sentido del deber. Si bien en su cuartel general (que Superlópez había arrebatado a un villano y que, de hecho, cuando llegaron aún tenía señales de “villanía”, como un grafiti que decía “abajo los buenos”, o una diana con una foto de Superlópez) habían instalado una alarma que se accionase cuando fuese necesaria su intervención, cada uno puso su grano de arena para sabotearla.
En los siguientes apartados pasaré lista de la forma más escueta posible de sus miembros en orden de incorporación. Obviamente, el propio Superlópez no estará incluido. Ya le dediqué un extenso artículo. Basta decir que es el merecido líder del Supergrupo, no ya sólo por superar con creces a todos en fuerza bruta, sino por tener, de lejos, la cabeza mejor amueblada.
EL CAPITÁN HISPANIA
Aunque, como ya apunté, la incorporación de todos los integrantes se produjo en cuestión de un momento, se puede considerar al Capitán Hispania como uno de sus miembros fundadores junto con Superlópez, al ser quien propuso la creación del Supergrupo. Siendo un escudo redondo con los colores de la bandera de España su principal arma, es fácil deducir su fuente de inspiración: El Capitán América. Eso sí, recoge toda la idiosincrasia de un cómic español en el que tradicionalmente ha prevalecido el imaginario medieval fomentado en la época franquista, que tuvo como principales exponentes al Guerrero del Antifaz y al Capitán Trueno. De ahí que luzca una cota de malla, un yelmo con la letra H escrita y, al igual que el personaje de Manuel Gago, un antifaz. Su herencia Bruguera queda patente con su colosal nariz.
Más allá de su escudo arrojadizo, no conocemos muy bien en qué habilidades destaca hasta que su archienemigo mencionó su agilidad en Todos contra uno, uno contra todos (Olé #3). Y, por lo que respecta a su personalidad, es quizás el más impetuoso y temperamental junto con el Bruto. En Otra vez el Supergrupo (Magos del Humor #156), sus compañeros creían que estaba enfermo cuando llamó a la calma a Superlópez.
BRUTO
Bruto fue el segundo en “atizar” a Superlópez, empotrándole contra la pared de un puñetazo, y también el segundo en incorporarse al grupo. Accedió acto seguido de reparar en la presencia del Capitán Hispania, al que llama “Capi”, al ser un buen amigo suyo. Es una gran mole de ladrillos con un sombrero hecho de ese mismo material. Claramente es una versión de La Cosa de Los Cuatro Fantásticos, del que se distingue por llevar pañal en lugar de pantalón (sujeto por un gigantesco alfiler imperdible) y por un cuadro fijado en su espalda, como si de un muro real se tratase. También tiene una alcayata en el pecho, esta vez sin un cuadro que cuelgue de ella.
Este personaje es el más fuerte de la sociedad de superhéroes después de Superlópez y, como ya he comentado, también uno de los más irascibles. Debería ser igualmente el más resistente, pero tiene la debilidad de que su estructura de ladrillos se viene abajo con golpes demasiado contundentes. Puede camuflarse haciéndose pasar por un verdadero muro de ladrillos.
LA CHICA INCREÍBLE
Inmediatamente después de que el Bruto aceptase ingresar en El Supergrupo, y sin que el resto se hubiese percatado de su presencia, la Chica Increíble también se ofreció, pero no fue tomada en serio por ser una mujer. Les tuvo que convencer dejándoles fuera de combate con sus habilidades, que veremos en el párrafo siguiente. Lleva un conjunto compuesto por un traje verde ajustado, guantes y botas naranjas, así como un antifaz negro. Su cabello es pelirrojo. Su nombre recuerda al de Wonder Woman o Mujer Maravilla (que forma un grupo superheroico junto con Superman, entre otros, en la Liga de la Justicia) aunque no ocurre lo mismo con su aspecto.
Sus habilidades consisten en el hábil uso de una serie de artículos de imagen femenina, como la laca (que utiliza para cegar al oponente), el secador que tiene enfundado a modo de pistola (que de algún modo tiene efecto aturdidor) o los rulos, sujetos en el cinturón (con los cuales hace tropezar al enemigo), entre muchos otros. En Otra vez el Supergrupo utiliza uno de los más letales de su arsenal, limas de uñas terminadas en punta que hacen las veces de kunais o shurikens. Es posible que estas características, que están en concordancia con el carácter evidentemente satírico y humorístico de la serie, hoy resulten un tanto «políticamente incorrectas» y que se deba a eso la posibilidad de que en eventuales futuros volúmenes la veamos como una especie de «Iron Woman», como parece apuntar el final de Éxodo (2020). Eso, o que simplemente quieran dotan al personaje de mayor poder y lo consideren un limitante.
LATAS
Una vez que los todavía cuatro integrantes del Supergrupo entraron en su nuevo cuartel general, comenzaron a inspeccionar la zona y a pulsar sin ton ni son los botones de los controladores que encontraron. Esto hizo que se abriese una compuerta de cuyo interior salió un robot que debió pertenecer a al supervillano que antes habitaba la guarida y que, acto seguido, atacó a Superlópez. Cuando éste se dispuso a contraatacar, sus compañeros le frenaron, pues en ese lapso se había unido al grupo. Su diseño es el típico de los robots de los tebeos españoles de finales de los 70 y principios de los 80, sencillo a más no poder: cabeza y manos redondas, pies rectangulares y extremidades con estructura de muelle. Sus ojos y boca son apenas una hendidura, y tiene una especie de ventilador en el pecho.
Sus manos son una especie de generadores por las que expulsa rayos y puede desmontar y agarrar sus extremidades a modo de arma contundente. Hasta La guerra de las Latas (Magos del Humor #163) no vemos muchas de sus otras funcionalidades (y muchas a través de sus clones malvados), como las extremidades extensibles, la transformación de sus manos en cuchillas, los rayos que puede lanzar por los ojos o los propulsores de sus pies. En las peleas suele perder la cabeza (literalmente). Quizás el hecho de que sea un robot haga que sea el menos respetado, pues el resto le pide frecuentemente que haga las funciones de criado (a veces hasta lleva un delantal rosa con bordados).
En Contra los Demoledores (Magos del Humor #169), su antiguo amo se pone en contacto con él, por lo que parece que Efepé tenía en mente arrojar luz en algún momento sobre el pasado del robótico integrante del Supergrupo, además de poner en conflicto su pretérita faceta de villano con su actual condición de superhéroe.
MAGO
Irritado tras lo sucedido con Latas, Superlópez proclamó que ya eran suficientes, pero fue respondido por un estrafalario personaje que, sin venir demasiado a cuento, estaba presente. Asegura que no tenían nada que hacer frente a los efectos sobrenaturales de la magia. Tras hacer alarde de sus poderes (en el que Superlópez volvió a recibir) es aceptado como miembro del Supergrupo. Se trata de un mago con capa morada de largo cuello y leotardos de similar color, como prendas más características. Su pelo es moreno peinado hacia arriba y luce un bigotillo bajo su alargada y estrecha nariz. Es innegable que está inspirado en el Doctor Strange.
De entre todos los componentes del Supergrupo (incluyendo su líder), es el que tiene los poderes más impresionantes. Es capaz de sacar partes del cuerpo humano como si fuesen piezas desmontables de juguete (golpeó a Superlópez con su propia mano), encerrar a los enemigos en burbujas irrompibles, invocar demonios de dimensiones paralelas (en Las ocho caras del Supergrupo aparecen con un par de súcubos en toples que tienen pinta de ser sus concubinas, y en Éxodo le pillaron en una situación bastante comprometida con otra de ellas), teletransportarse, transformar a humanos en animales, manipular la mente o viajar en el tiempo. También puede levitar, cosa que, desde El superretorno (EDT, 2012) hace recostado sobre una nube. Cabe destacar que es el único al que Superlópez no se atrevió a golpear cuando se impuso como jefe, lo que hace una idea de lo poderoso que es este personaje. Quizás por ser consciente de ello, se muestra siempre en actitud altiva.
Llama la atención que, al igual que Superlópez, haga el gesto de los cuernos con la mano para realizar sus conjuros. De hecho, comenzó a hacerlo antes que el protagonista de la serie de Jan, desde Todos contra uno y uno contra todos (Olé #3). Superlópez, por su parte, no adquiriría este característico gesto hasta El señor de los Chupetes (Olé #5).
CONCLUSIÓN Y RECOMENDACIONES
Fruto de un momento de la serie Superlópez en la que había cientos de superhéroes por metro cuadrado, el Supergrupo es un equipo de justicieros de lo más desastroso y disfuncional. En constante pelea por imponer al resto su jefatura, a menudo buscan librarse de su misión tratando de desactivar la alarma del cuartel general. Con todo, si se esfuerzan son capaces de llevar sus misiones a buen puerto, pues a nivel individual cuentan con poderes y habilidades de lo más útiles.
Al igual que el Superlópez canónico, el Supergrupo vio la luz en los Mortadelo Especial a finales de 1979, y sus aventuras, de unas ocho páginas mayoritariamente, fueron recopiladas en los números 2 y 3 de la colección Olé Superlópez de la agonizante editorial Bruguera, así como en las diferentes reediciones de Ediciones B y, posteriormente, en Fans, de la misma editorial. Los dos tomos abarcan el mismo arco argumental, en el que tratan de sacar la asociación adelante en medio de interminables trifulcas, mientras un misterioso enemigo les acecha en la sombra.
Tras cesar la colaboración entre Jan y Efepé (que en la historia cristalizó con la marcha de Superlópez del equipo), el Supergrupo cayó en el olvido. Tal como vimos en artículos anteriores, las referencias superheroicas pasan a un segundo plano en favor de las aventuras con influencias multidisciplinares y la elaboración de un universo de marcada personalidad. Mucho más adelante, en 2013, Efepé volvió ocasionalmente, haciendo reaparecer al Supergrupo con él. Su regreso en la serie principal lo tuvimos en Otra vez el Supergrupo (Magos del Humor #156), cuando un misterioso y repentino cambio de la realidad, una en la que nadie parece recordarle, obliga a Superlópez a volver a recurrir a sus antiguos compañeros. Volverían a hacer acto de presencia en La guerra de las latas (Magos del Humor #163), Contra los Demoledores (Magos del Humor #169), Contra los Ejecutivos (Magos del Humor #175) y Contra el Papa cósmico (Magos del Humor #183). Estas apariciones posteriores son las que hacen que prefiera no habar de etapas, sino más bien de estilos diferenciados.
Lo más curioso es el fenómeno de los spin-off, es decir, volúmenes fuera de la serie original. Primero, por su estilo de dibujo tan diferente (aunque, a nivel de guion, sigue estando Efepé), y que además vieron la luz en editoriales diferentes a Ediciones B. En su primera aventura independiente, El superretorno (EDT, 2012), Nacho Fernández nos sorprendió con un estilo mucho más cartoon, más acorde a la estética actual. Todos los personajes experimentan cambios sustanciales, como se puede apreciar en la imagen. Cabe destacar que Capitán Hispania y el Mago dejan de tener esas narices tan pronunciadas. Además, el peinado de la Chica Increíble deja de ser corto y rizado para volverse más largo y liso (además de todos los demás rasgos faciales, pues está irreconocible). Desde luego, le aporta algo diferente, aunque me resulta incomprensible que vuelvan al vicio de la vieja Bruguera de pintar con colores aleatorios, haciendo confusa la composición en algunos momentos. En todo caso, este cómic tiene la importancia de ser el revulsivo para el regreso del Supergrupo a la serie original debido al éxito que tuvo.
Los otros dos publicados hasta la fecha, esta vez de la mano de Ominiky Ediciones, fueron Las ocho caras del Supergrupo (2018) y Éxodo (2020). El primero buscó multiplicar por ocho el contraste gráfico del spin-off anterior, al contar con la participación de la friolera de ocho dibujantes, uno por cada historia corta (entre ellos, el propio Jan), más una serie de autores invitados que aportan ilustraciones al final del volumen. En Éxodo, por su parte, el dibujante Leonel Castellani nos ofrece una síntesis entre el viejo estilo de Jan y el “rompedor” de Nacho Fernández, con un acabado bastante vistoso. De hecho, fue el dibujante de la tercera historia corta del cómic anterior, y el grafismo que más me gustó con mucha diferencia.
Curiosamente, el hecho de que El Supergrupo haya desbordado tanto la serie como la editorial original, lleva a reflexionar qué hubiese sido de Superlópez si hubiese contado más con el Supergrupo y apelado en mayor medida al género superheroico con el que emergió en su era canónica. Jan siempre fue un rebelde, alguien que anteponía su estilo propio a las tendencias impuestas desde fuera. Eso llevó a su serie a ser lo que es, pero también tiene su precio. Personalmente, respeto y admiro esas cualidades, pero esa es una duda que siempre quedará. También está la incógnita de qué será de El Supergrupo ahora que su serie matriz ha terminado. Porque lo cierto es que el contexto actual es relativamente propicio, más aún con el marketing correcto. Los equipos superheroicos están más de moda que nunca, incluyendo su faceta más cómica. Teen Titans Go!, sin ir más lejos, cuenta con una serie de cómics.