Hay juegos que te atrapan desde el primer momento, y otros que te sumergen lentamente en sus profundidades. Enigma of Fear (Enigma del Miedo) pertenece a esta segunda categoría, como un susurro que poco a poco se convierte en un grito ensordecedor.
Cuando inicié mi aventura como Mia, la detective paranormal en busca de su padre desaparecido, no sabía que me esperaba un viaje tan intenso. El Perímetro, ese lugar que supuestamente no existe, se desplegó ante mí como un lienzo en blanco listo para ser pintado con los colores del misterio y el terror.
Lo primero que me cautivó fue el contraste visual. Imaginen personajes pixelados, como salidos de un juego de los 90, moviéndose en un mundo 3D con fondos que parecen dibujados a mano. Es como si el pasado y el presente de los videojuegos hubieran decidido darse un abrazo, creando algo único y fascinante.
Pero no todo es belleza en el Perímetro. Los puzzles me hicieron sudar la gota gorda más de una vez. Recuerdo especialmente uno en la sala de música que me tuvo dando vueltas durante casi media hora. Cuando finalmente lo resolví, fue más por accidente que por deducción. Confieso que en ese momento deseé que el juego fuera un poco más indulgente con las pistas.
Y hablando de pistas, ¡vaya sistema de investigación! Me sentí como un verdadero detective, analizando cada nota, cada imagen, cada objeto. El mapa mental de Mia fue mi salvación en más de una ocasión, permitiéndome revisar las evidencias sin tener que recorrer todo el mapa de nuevo. Aunque, siendo sincero, a veces echaba de menos poder marcar mi ubicación actual en él.
La compañía de Lupi, mi fiel amigo canino, fue un alivio en medio de tanta tensión. Poder alternar entre Mia y él no solo añadió variedad al gameplay, sino que me permitió ver el mundo desde una perspectiva completamente diferente. ¿Quién diría que el olfato de un perro podría ser tan útil para resolver misterios paranormales?
Los encuentros con los zombis sedientos de sangre me pusieron los pelos de punta más de una vez. El combate puede ser un poco torpe, sí, pero eso solo aumentó mi sensación de vulnerabilidad. Cada bala contaba, cada golpe era crucial. Aprendí rápidamente que el sigilo era mi mejor aliado en este mundo hostil.
Hubo momentos en los que me sentí completamente perdido, sin saber hacia dónde dirigirme o qué hacer a continuación. Pero extrañamente, esa desorientación solo aumentó mi inmersión en el juego. Me sentía como Mia, tratando de descifrar los secretos de un lugar que parecía resistirse a ser comprendido.
Las secuencias cinemáticas fueron un respiro bienvenido, construyendo una mitología intrigante que me mantuvo enganchado. Cada flashback, cada pieza del rompecabezas que encajaba en su lugar, me acercaba un poco más a la verdad sobre el padre de Mia y los secretos del Perímetro.
Una de las cosas que más me sorprendió fue la duración del juego. Con más de 20 horas de juego, Enigma of Fear ofrece una experiencia sustancial que justifica su precio. La historia se desarrolla a un ritmo constante, manteniendo el interés y la tensión hasta el final.
El sistema de combate, aunque no es el punto fuerte del juego, cumple su función. Los enemigos pueden ser desafiantes, especialmente cuando te enfrentas a varios a la vez. Sin embargo, la verdadera emoción viene de evitarlos y resolver los puzzles.
Hablando de puzzles, algunos son realmente ingeniosos. Recuerdo uno en particular que involucraba manipular el tiempo y el espacio de una manera que nunca había visto en un juego. Fue frustrante al principio, pero la sensación de logro al resolverlo fue incomparable.
La atmósfera del juego es densa y opresiva, perfecta para una historia de terror y misterio. Los desarrolladores han hecho un trabajo excelente en crear un mundo que se siente vivo y peligroso. Cada sonido, cada sombra, te mantiene en constante estado de alerta.
Al final de mi aventura, me di cuenta de que Enigma of Fear es más que un simple juego. Es una experiencia que desafía tus expectativas, que te obliga a pensar en cualquier tipo de alternativas locas y que te sumerge en un mundo donde lo paranormal y lo cotidiano se entrelazan de formas inesperadas.
No es un juego perfecto, pero es fascinante en su imperfección. Como esas viejas mansiones llenas de secretos, Enigma of Fear tiene sus rincones oscuros y sus tablas chirriantes, pero son precisamente esos detalles los que le dan carácter y te invitan a seguir explorando.
Si buscas una experiencia que te lleve de la mano y te explique todo paso a paso, quizás este no sea tu juego. Pero si estás dispuesto/a a sumergirte en lo desconocido, a enfrentarte a tus miedos y a poner a prueba tu ingenio, entonces Enigma of Fear te está esperando.
Yo, por mi parte, todavía sueño con el Perímetro. Con sus pasillos oscuros, sus puzzles desafiantes y sus secretos por descubrir. Porque al final, ¿no es eso lo que buscamos en los juegos? Una puerta a otro mundo, un desafío que nos haga crecer, una historia que nos atrape y no nos suelte hasta el final.
Enigma of Fear no es solo un juego, es un viaje. Un viaje al corazón del misterio, al centro de nuestros miedos y, quizás, a una parte de nosotros mismos que no sabíamos que existía. Y por eso, a pesar de sus imperfecciones, es una experiencia que no olvidaré fácilmente.
