[Conociendo a…] Favalli

Nombre
Favalli
Otros alias utilizados
Fava, profesor Favalli
Primera aparición
Hora Cero Semanal (1957)
Creadores
Héctor Germán Oesterheld, Francisco Solano López

Los protagonistas, por su propia naturaleza, son aquellos personajes en torno a los cuales gira la historia. Suelen ser carismáticos, habilidosos y capaces, y habitualmente los más queridos por el público. Pero no sólo de protagonistas vive la trama de las historietas. También existe otra clase de personajes, aquellos que pasan más desapercibidos, no dan nombre a los títulos de las obras y no ocupan tantas portadas como los primeros, pero cuyo papel se muestra de vital importancia. En algunos casos hasta pueden superar en carisma y facultades al mismísimo protagonista. Este es el caso de Favalli, de El Eternauta (1957), dibujada por Francisco Solano López y escrita por Héctor Germán Oesterheld (quien en 1978 pasaría a engrosar la lista de víctimas de la dictadura militar del autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional), y considerada como la obra cumbre del cómic de ciencia-ficción argentino y latinoamericano.

La nevada de la muerte

Ya en la primera viñeta nos dicen lo básico sobre él.

La historia comienza cuando Juan Salvo, héroe a la fuerza de la historia, se materializa súbitamente cual fantasma en el estudio del propio Oesterheld y éste comienza a narrarle sus desventuradas andanzas que tendrán lugar en un futuro inmediatamente cercano y las circunstancias que le forzaron a vagar eternamente por el espacio-tiempo.

Lo primero que rememora es la plácida estampa previa al desastre. Se encontraba en la buhardilla de su casa en Buenos Aires con tres amigos que, como él, eran aficionados a la tecnología. Pero en ese momento no estaban ocupados en actividades creativas, sino recreativas. Jugaban a las cartas, al truco para ser exactos, y uno de los invitados se encontraba especialmente molesto por su mala suerte. Ese no era otro que Favalli, un hombre de mediana edad, de cabello oscuro y ondulado, bigote y un tanto rollizo de fisionomía, a quien el narrador nos lo presenta como un profesor de física en la universidad, aficionado a los veleros y a la electrónica, hobby que practicaba en la casa de su amigo Salvo, en cuyo desván contaba con todo lo necesario para tales prácticas.

Favalli es un tipo con muy mal perder.

Esa irritación, que es manifiestamente incapaz de contener, le lleva a encender la radio en un intento por calmarse un poco. Nada más hacerlo, el locutor comunicó que una bomba nuclear había explosionado en en Pacífico como consecuencia de los ensayos militares de Estados Unidos, y la nube radiactiva avanzaba rápidamente hacia el sudeste. No era muy halagüeño, así que el propio profesor decidió apagarla y continuar con el juego, apremiando en todo momento a su compañero a no perder un instante. Resulta irónico que la primera imagen que tengamos de este personaje sea la de un hombre con mal perder, poco sosegado e impaciente por ganar una partida a toda costa, toda una antítesis del carácter del que hará gala durante la aventura.

En ese momento hubo un gran estruendo en el exterior. Salvo fue a ver lo que ocurría, pero Favalli le detuvo, tan inmerso estaba en la partida. Pero unos instantes después todo quedó a oscuras, y lo que es peor, un silencio sepulcral acompañó ese fenómeno. Al asomarse por la ventana contemplaron una escena aterradora. Una misteriosa nevada cubría la calle, y todos los viandantes habían muerto. La nevada de la muerte había empezado.

El efecto de la nevada de la muerte fue fulminante. Estaban atrapados.

Favalli demuestra sus habilidades

No hubo que esperar mucho para ver la magnitud de la tragedia. Los teléfonos no daban ninguna señal. Se encontraban totalmente incomunicados, y pronto la desesperación hizo mella en Polsky, uno de los amigos de Juan, que cayó fulminado a pocos metros de la salida cuando se atrevió a salir de casa para buscar a su familia. Este sin duda fue el momento más crítico del primer tramo de la historia por el tremendo shock psicológico que supuso un acontecimiento tan fatal como inesperado. Pero hubo una persona que mantuvo la cabeza fría y albergó un margen razonable para el optimismo. En efecto, esa persona fue Favalli.

Poco tiempo necesitó para sacudirse su frenesí ludópata de la partida del truco y el duro golpe de no poder evitar la muerte de Polsky. Apenas le bastó un rápido barrido de la situación para planificar la supervivencia a corto plazo del reducido grupo (en esos momentos formado por Juan, Helena, la esposa de este, y su pequeña hija Martita, así como Lucas y él mismo) con la idea de resistir hasta la llegada de socorros, que estimaba que no tardarían demasiado en llegar. Lo primero que determinó fue el cierre hermético de todas las ventanas de la casa con masila para así evitar la entrada de cualquier partícula del exterior.

Favalli mantuvo la calma tras lo ocurrido. Quizás era demasiado optimista.

Pero muy pronto cambiaron sus planes. Casi en seguida lograron sintonizar una emisora de radio extranjera, en concreto la BBC inglesa, que retransmitía en directo las últimas informaciones sobre la catástrofe antes de perder toda conexión. Según lo que oyeron, todo el continente sudamericano se encontraba incomunicado, y algún fenómeno desconocido bloqueaba la transferencia de conexiones con Washington y Francia. Esta parca información procedente del exterior fue suficiente para convencerle de que no llegarían auxilios en un mucho tiempo, por lo que al instante trazó un plan para una supervivencia prolongada.

Ni siquiera la noticia tan devastadora sirvió para desanimarlo.

En primer lugar, deberían aprovisionarse de alimentos, medicinas e incluso armas, pues creía que los escasos supervivientes que quedaran con vida se enzarzarían en una encarnizada lucha por la supervivencia. Pero para ello era necesario salir al exterior, tarea imposible y suicida si no disponían de medios necesarios para evitar todo contacto con las mortíferas partículas que caían del cielo. Por ese motivo comenzaron a construir unos trajes aislantes con el equipo de buzo de Juan, y establecieron en el garaje una especie de “cámara compensadora” con un extractor de aire para expulsar las partículas que entraran durante los intervalos de entrada y salida del lugar. Asimismo, instalaron un filtro de aire para impedir que se les terminara el oxígeno, y se sirvieron del generador de nafta de la buhardilla para abastecerse de electricidad. El genio de Favalli y el profuso surtido de herramientas y materias primas para labores tecnológicas les había proporcionado las bases más imprescindibles y elementales para su supervivencia.

La prioridad para la supervivencia era dotarse de un traje protector.

Un genio frío y resolutivo

Favalli puede llegar a ser brutalmente pragmático.

Todo esto no se podría explicar sin tener en cuenta la personalidad del personaje. Como ya he comentado al principio del artículo, se trata de un profesor de física particularmente brillante, muy aficionado a la electrónica. Pero dichas dotes, si bien son importantísimas para sobrellevar semejante trance, no son suficientes. Tan importante como eso era su admirable capacidad para mantener la cabeza fría bajo las peores circunstancias imaginables, evitando así que su juicio se nuble a causa del pánico y la desesperación. Esto le permite sopesar las oportunidades de éxito y fracaso, las posibles iniciativas a tomar, los eventuales inconvenientes y mantener unos razonables márgenes de optimismo en las situaciones adversas, aunque también será prudente y pesimista cuando sus compañeros se dejen llevar por el triunfalismo injustificado. Su pensamiento analítico y meticuloso, típico de un científico digno de llevar tal nombre, le hará mantener una distancia crítica, objetiva y desapegada, que en alguna ocasión suscitará la incomprensión de sus compañeros a la hora de interpretar situaciones indefendibles o para tomar resoluciones en apariencia duras y algo crueles. Pero únicamente se trata del fruto de las circunstancias límite en las que se encuentran, ya que en realidad es un hombre de trato cercano y bastante humano, casi bonachón en algunos momentos, que no duda en ayudar a sus semejantes cuando la situación lo requiere.

A pesar de lo dicho, no sólo no puso impedimentos, sino que ayudó a rescatar a un chico atrapado.

Semejante actitud ante el peligro le ha servido para convertirse en el líder de facto del grupo, así como en un soporte anímico vital. En los momentos de mayor zozobra emocional de sus compañeros, siempre les resultará reconfortante las palabras sensatas y calmadas del profesor, sin las cuales quizás hubieran sucumbido a la locura, bajo la cual cayeron algunos de los supervivientes de la catástrofe. Quién sabe de lo que habría sido del protagonista de la aventura sin el apoyo de su amigo, no ya sólo material, sino moral.

Su estado de ánimo es un indicador del estado de la situación. ¿Qué le habrá puesto tan nervioso?

Conclusión y recomendaciones

Favalli es un profesor universitario de física, aficionado a los veleros a la electrónica, que a menudo frecuenta la casa de Juan para practicar su hobby. Aunque no tenga el rango de protagonista y en realidad su supervivencia fuera esencialmente cuestión de trabajo en equipo, su intervención resulta fundamental para la supervivencia de todos, incluyendo al propio Salvo. Sus amplios conocimientos, así como su carácter sosegado, analítico y resolutivo le convierten en un miembro del grupo de valor incalculable. En esta aventura demuestra ser un líder nato, aunque él no se considere como tal.

Para los que quieran conocer más sobre el personaje, así como sobre esta soberbia historia que mantiene en vilo de principio a fin, recomiendo ante todo leer la obra original de El Eternauta (1957). Si tras leerla os quedáis con las ganas de seguir, existen muchas otras historietas cuya evolución argumental puede parecer algo errática. Son El Eternauta (1969), El Eternauta II (1976), El Eternauta III (1983), El mundo arrepentido (1997), Odio cósmico (1999) y El Eternauta: el regreso (2003). De entre todos ellos, los más interesantes son El Eternauta (1969) por tratarse de reinterpretación de la historia original, haciéndola aún más seria si cabe y con mayores dosis de crítica política, así como El Eternauta: el regreso (2003), tanto por ser la sucesora directa de la primera en lo que a trama se refiere como por las lecturas políticas que de ella se pueden extraer. Para no estropear ni un ápice el suspense que acompaña a la obra, no puedo desvelar absolutamente nada, ni del papel (o no-papel) que pueda jugar Favalli en cada una de las mismas, ni del argumento en general.

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