[Conociendo a…] Yugo Hachiken

Nombre
Yugo Hachiken
Otros alias utilizados
El chico que nunca se niega
Primera aparición:
Weekly Shōnen Sunday (11/07/2011)
Creadora
Hiromu Arakawa

Hace no mucho que escribí sobre Petra, una pueblerina que no terminaba de adaptarse a la vida en la ciudad. Era una más del conocido como éxodo rural que llevaba a millones de personas, preferiblemente jóvenes, a abandonar el campo y buscarse la vida en unas urbes que no dejaban de crecer. Ahora bien, en la actualidad también tiene lugar el fenómeno inverso ( infinitamente menos masivo que aquél, eso sí) en el que ciertos grupos de población, sobre todo jóvenes, regresan al campo, muchas veces llevados por motivos ideológicos (buscar una vida más tranquila, alejada del ajetreo y el consumismo de la ciudad), si bien desde que sobrevino la crisis van ganado terreno los móviles económicos derivados de un mercado laboral donde cada vez hallan menos espacios.

Son los llamados “neorrurales”, que en ocasiones dinamizan un contexto deprimido y despoblado. Y es precisamente un “neorrural” muy peculiar el que va a hacer acto de aparición en el artículo de hoy. Se trata de Yugo Hachiken, el protagonista del manga japonés Silver Spoon (Gin no Saji en japonés), de Hiromu Arakawa, la autora de Fullmetal Alchemist, de cuyo coprotagonista, Alphonse Elric, ya hablé en la primera temporada.

Un urbanita en la granja

Yugo Hachiken es un joven de clase media nacido y criado en la ciudad de Sapporo. De carácter reservado y competitivo, es lo que se conoce como un empollón, en el sentido más extremo de la palabra. Desde muy pronto se dedicó a los estudios hasta niveles obsesivos. Tanto es así que parece que nunca llegó a adquirir unas verdaderas aficiones ni propósitos vitales a medio y largo plazo. Pronto sabremos que esto se debe a un entorno familiar particularmente estricto en lo referente a los asuntos académicos. La presión a la que fue sometido fue tal que, tras no aprobar el examen de acceso a la universidad, decidió huir a un entorno lo más alejado y menos exigente posible (o eso creía él). Fue así como llegó a la Escuela de Capacitación Agraria de Yezo (también transliterado como Oezo), en la región rural japonesa de Hokkaido, una academia donde jóvenes aspirantes a granjero encuentran su especialidad en las diferentes ramas del sector agrícola.

Yugo tiende a rehuir todo contacto con su familia.

Es cierto que se sentía bastante fuera de lugar y de carecer de los sueños vitales de sus compañeros de clase. No en vano era el único que no pertenecía a una familia de granjeros de la que heredar el negocio familiar, pero por lo menos esperaba ser el mejor de una escuela de la que presuponía un bajo nivel académico. No obstante, muy pronto comprendió que el lugar elegido para su fuga no iba a ser el camino de rosas que había imaginado. Las materias teóricas resultaron ser mucho más complejas y específicas de lo que supuso (ingeniería agraria, anatomía, bioquímica, etc.), y, para su horror, descubrió que sus compañeros no se correspondían, ni de lejos, con el estereotipo de paletos ignorantes, puesto que hablaban entre sí en un lenguaje tan repleto de tecnicismos que a veces casi llegaba a creer estaban hablando otro idioma.

Pero lo peor fueron los enormes rigores físicos de su nuevo modo de vida. Trabajos de labranza, alimentar y cuidar animales, educación física y las actividades extraescolares obligatorias que organizan los diferentes clubs de la academia constituían todo un reto para una persona sedentaria y ajena a todo lo que se asemeje a ejercicio físico. Otro de sus talones de Aquiles serían los madrugones impuestos por el riguroso horario de la granja, que contemplaba levantarse a las cinco de la mañana, o incluso a las cuatro si había de por medio alguna actividad extra.

Los rigores del horario de la granja son extenuantes.

Como ya indiqué en la introducción, Yugo también acusó el choque cultural inherente a la brecha entre el campo y la ciudad, aunque a la inversa que Petra. En esta ocasión, lo más añorado por el protagonista son las comodidades de la ciudad, como la falta de cobertura de su teléfono móvil. También le cuesta entender la mentalidad pragmática de los granjeros, preocupados en la productividad por encima de todo, aunque ello suponga sacrificar animales que ya se ven incapaces de seguir desempeñando su función. Esto último le suscitará dilemas morales sobre si es correcto sacrificar y comer animales criados desde el momento de su nacimiento, a pesar de los problemas que le habían causado.

Descubrir de dónde salen los huevos supuso todo un trauma para él.

El chico que nunca se niega

Con todo, conforme fue pasando el tiempo, nuestro protagonista fue adaptándose a las nuevas circunstancias y forjando su personalidad, siguiendo la senda hacia la madurez y la autorrealización. Así, la vida en comunidad y el trabajo en equipo hicieron que su carácter individualista y competitivo diera paso a una faceta mucho más solidaria y cooperativa. De hecho, siempre parece dispuesto a ayudar a los que lo necesitan, aunque ello suponga cargar problemas adicionales sobre sus hombros, con lo que le hizo merecedor del sobrenombre de “el chico que nunca se niega”.

También parece tener un don para hacer que el resto de personas aporten sus habilidades en pos de un objetivo común, tal como pudo apreciarse en el evento de la pizza. Quizás el hecho de verse obligado a derribar sus ideas preconcebidas causase un efecto similar en los demás, dando pie a un sano intercambio de opiniones, algo que hubiera sido más difícil dentro de un grupo homogéneo. Asimismo, decidirá afrontar las consecuencias de sacar vidas adelante con el sólo propósito de ser sacrificadas para el consumo humano, incluso aunque conlleve implicaciones emocionales. Para dotarlo de mayor simbolismo, no vacilará en poner un nombre a los animales, tal y como hizo con un cerdo al que llamó Chuletón.

Yugo tiende a encariñarse con los animales. A este cerdito tan mono le llamó Cuenco de Arroz.

Pese a que tiende a llevarse bien con todos sus compañeros y personal de la academia, hay un puñado de ellos con los que tiene especial cercanía. De entre todos, con quien más ha estrechado lazos ha sido con Aki Mikage, una chica amable, alegre y amante de los caballos que muy pronto se convertirá en su amor platónico, y cuya tensión amorosa constituye uno de los pilares de la serie, como no puede ser de otra manera en este tipo de manga. Yugo tratará en todo momento de mostrarse atento y amable con ella, así como a animarla a perseguir sus sueños. Ésta, a su vez, le corresponderá con distintas lecciones cotidianas y le animará a enterrar el hacha de guerra con su familia. Es más, gracias a ella pudo decantarse por la hípica como su nueva actividad extraescolar. Otros compañeros con los que más se relaciona son Ichiro Komaba, el típico “tipo duro” con el que tuvo algún que otro roce (algo que tampoco puede faltar en este género), Keiji Tokiwa, un mal estudiante que parece ser incapaz de aprender matemáticas por muchas clases particulares que le dé, y Shinnosuke Aikawa, un aspirante a veterinario que siente animadversión por el sacrificio animal, entre otros.

Mikage suele comparar a Yugo con un caballo.

Conclusión y recomendaciones

Yugo Hachiken es un empollón urbanita que, para huir de la insoportable presión familiar, termina en la academia agraria Yezo. Su carácter individualista y competitivo a ultranza dará paso a otro más maduro y solidario, dedicando la mayor parte de su tiempo a ayudar a los demás y trabajar duro mientras poco a poco va forjando su camino hacia un sueño que apenas comienza a vislumbrar.

A diferencia de las aventuras de los hermanos Elric, Silver Spoon no se caracteriza por las aventuras ni la acción, ni tiene su mismo carácter oscuro. Por el contrario, se relata las vivencias del protagonista en una granja cuya caracterización bebe de una escrupulosa documentación (la propia Arakawa se crió en el campo de Hokkaido), por lo que ofrece una ventana al Japón rural actual, poco frecuente en este tipo de productos, aunque tampoco falten ciertos tópicos de las series escolares y de academia. Quien quiera darle una oportunidad, puede empezar leyendo el manga. En España, está siendo publicado por Norma Editorial, con doce volúmenes hasta la fecha (aún no está cerrada).

También existe una adaptación al anime, que hasta ahora cuenta con dos temporadas de once capítulos cada una.

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