
Drácula: Una Historia de Amor (Dracula: A Love Tale, 2025) reimagina el mito del vampiro con un enfoque romántico y gótico, dirigida por Luc Besson y protagonizada por Caleb Landry Jones en el rol titular. Basada en la novela Drácula de Bram Stoker, la película transforma la historia clásica en un relato de amor eterno y aislamiento inmortal, ambientada entre el siglo XV y el París del siglo XIX. La cinta fusiona elementos de horror, fantasía y romance, explorando el anhelo prohibido y la soledad de la eternidad, mientras mantiene el espíritu misterioso del original. Como una adaptación libre, equilibra la atmósfera tenebrosa con toques visuales espectaculares, ofreciendo una perspectiva nueva sobre el conde que prioriza la emoción humana sobre el terror puro.
El Príncipe y la Tragedia del Siglo XV
La trama arranca en el siglo XV, en las tierras turbulentas de Valaquia, donde un príncipe noble lidera a sus tropas en una guerra feroz contra invasores otomanos. Este príncipe, conocido como Vlad, vive un idilio apasionado con su esposa Elisabeta, una mujer de belleza etérea y espíritu fuerte que representa el centro de su mundo. Su castillo, enclavado en montañas escarpadas, es un bastión de amor y lealtad en medio del caos bélico.
La narrativa dedica tiempo a mostrar la vida cotidiana del príncipe: cabalgatas por bosques densos, consejos con aliados y momentos íntimos con Elisabeta, donde discuten sueños de paz y familia. Sin embargo, la guerra trae consigo traiciones y engaños. Noticias falsas llegan al castillo, sugiriendo la muerte del príncipe en batalla, lo que sume a Elisabeta en una desesperación absoluta. Así, ella cae en una trampa y toma una decisión irrevocable que destroza al príncipe al regresar victorioso.
El Origen del Vampiro con un Enfoque Religioso
Devastado por la pérdida, Vlad entra en una espiral de rabia y dolor. En la capilla del castillo, rodeado de reliquias sagradas y velas parpadeantes, renuncia a su fe y maldice al cielo, invocando fuerzas oscuras que lo transforman en una entidad inmortal. Esta metamorfosis lo condena a una existencia eterna, marcada por la sed de sangre y el eco constante de su amor perdido. La película explora esta transición con detalle, mostrando cómo el príncipe abandona su humanidad, vagando por ruinas y paisajes nocturnos, mientras su apariencia se altera sutilmente para reflejar su nueva naturaleza maldita.
Los siglos pasan en un montaje de soledad: Vlad recorre Europa, presenciando guerras, plagas y cambios sociales, siempre solo, con recuerdos de Elisabeta como único consuelo. Su castillo se convierte en una prisión de memorias, lleno de retratos y objetos que evocan su vida pasada.

Cuatrocientos años después, el agente de Bienes Raíces Jonathan Harker llega al castillo del Conde, donde fue citado para acordar la venta de unas tierras. Allí, y luego de ciertas situaciones un tanto inquietantes, Harker desobedece las indicaciones de no salir de su habitación y termina en un gran problema: Drácula lo ataca y, dado que descubrió lo que es, decide matarlo. En sus últimas palabras, Harker expresa como último deseo escuchar la historia de Drácula. El Conde accede y es mediante este relato que nos enteramos de todo lo mencionado en la primera parte.
Esta situación de Drácula contando su historia, y con un Harker a punto de ser asesinado, termina cambiando de rumbo abruptamente cuando Harker le muestra al conde una foto de su prometida, Mina. ¡Cuán grande es la sorpresa para Drácula cuando ve que Mina es igual a Elisabeta!

El Encuentro en el París del Siglo XIX
La historia salta al París del siglo XIX, una ciudad vibrante de luces y sombras, con sus boulevards animados, teatros y salones culturales que contrastan con la opulencia industrial y las calles empedradas envueltas en niebla. Vlad, ahora el enigmático Conde Drácula, llega a esta metrópoli francesa instalándose en una residencia opulenta que refleja su estatus eterno.
Aquí, Drácula encuentra a Mina, cuya semejanza física y espiritual con su difunta esposa Elisabeta lo sacude hasta el núcleo, despertando una obsesión intensa que lo obliga a confrontar su maldición inmortal. Esta mujer, inmersa en los círculos artísticos y sociales de París, cruza caminos con el conde en un evento nocturno, una velada cultural o un salón en el Palais-Royal, donde sus miradas se encuentran entre candelabros y conversaciones sofisticadas.

La narrativa se expande en este vínculo floreciente: conversaciones sobre literatura, filosofía y los misterios de la vida, donde Drácula revela fragmentos de su vasto conocimiento ancestral disfrazados como anécdotas de viajes lejanos. La mujer, intrigada por el aura enigmática y melancólica del conde, se ve atraída por su profundidad emocional y sabiduría que trasciende la era, respondiendo con una curiosidad que evoluciona hacia una conexión genuina. Drácula, por su parte, ve en ella no solo un eco de Elisabeta, sino una oportunidad para revivir emociones largo tiempo sepultadas.
Esta fase central del filme construye la tensión romántica con detalle, entrelazando el pasado medieval con el presente parisino a través de flashbacks y visiones que enlazan las dos épocas. Drácula navega por la vibrante vida cultural de París, asistiendo a óperas en el Palais Garnier, exposiciones en el Louvre y reuniones en salones literarios, siempre manteniendo su fachada aristocrática mientras su obsesión crece.
De la Novela de Stoker a la Visión de Besson
Luc Besson transforma la premisa de Stoker en una experiencia cinematográfica que equilibra horror gráfico con momentos de conexión emocional. El vampiro no es solo un depredador, sino un alma atormentada por el amor perdido, haciendo que el relato se sienta íntimo. Caleb Landry Jones captura esta vulnerabilidad, mientras Zoë Bleu aporta profundidad a su contraparte.

Al adaptar la novela de 1897, la película se mantiene fiel a elementos clave como el origen del conde y su fascinación por una mujer mortal, pero introduce diferencias que enriquecen el romance. El libro de Stoker es un epistolario de horror victoriano con énfasis en el mal sobrenatural y la caza del vampiro, mientras que esta versión condensa la trama para centrarse en la dualidad temporal y el amor como fuerza redentora.
Besson expande el trasfondo medieval, añadiendo profundidad emocional al príncipe, lo que no se detalla tanto en la novela. Estas variaciones hacen que la película se sienta como una extensión poética del original, manteniendo su atmósfera gótica mientras aprovecha el cine para la espectacularidad visual. En última instancia, la adaptación añade una capa de intimidad visual que resuena con audiencias modernas. Y no quiero dejar de mencionarlo: ¡las gárgolas! Si ves la película entenderás por qué las menciono.
Curiosidades sobre Dracula: A Love Tale
- El historiador Martin Mares sirvió como consultor de producción, habiendo trabajado previamente en The Last Voyage of the Demeter (2023), convirtiéndolo en un experto en múltiples adaptaciones de Drácula.
- Esta es la cuarta adaptación live-action de la novela de Bram Stoker en la década de 2020, siguiendo a The Last Voyage of the Demeter (2023), Renfield (2023) y Nosferatu (2024).
- La película comienza en 1480, donde Drácula se refiere a sí mismo como Vlad II Dracul, quien históricamente fue el padre de Vlad III el Empalador y murió en 1447, 33 años antes.
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