Año 300X. El emperador Bola de Billar IV, máximo dirigente del Imperio Calvorotas, ha decretado una feroz y sistemática caza de pelo a lo largo y ancho de su basto territorio. Las perspectivas para la supervivencia capilar no son muy halagüeñas, pero no está todo perdido. Todavía subsiste un reducido grupo de rebeldes que luchan por poner freno a semejante atrocidad. De entre todos ellos, Bobobo, un superviviente del Reino de los Pelos, es el más poderoso. Los rasgos distintivos de este personaje son su pelo rubio a lo afro, sus gafas de sol triangulares, su estrambótica ropa y, sobre todo, sus técnicas de combate del pelo nasal (utiliza sus pelos de la nariz a modo de látigos) y su excelente dominio del combate del absurdo y su estupidez e incoherencia innatas. Tras derrotar al capitán de la división G, el protagonista de la historia y Beauty, una niña de pelo rosa que le acompañará desde entonces, y cuyo papel se reduce simplemente a ser el único personaje verdaderamente cuerdo del manga (lo que la volverá irritante es más de una ocasión, pues no dejará de asombrarse o enfurecerse a cada gag que vaya surgiendo), inician su periplo en pos de la libertad capilar y la destrucción del Imperio Calvorotas.
Pero no va a ser de Bobobo de quien hable esta semana. Tampoco de Beauty. En realidad hoy voy a presentar a un personaje que apareció poco después, más concretamente en el capítulo tres del manga (auque tuviera un cameo en la propia intorducción) y al final del primero del anime. Se trata de Don Patch, uno de esos casos en el que un personaje secundario llega a aventajar en carisma y popularidad al mismísimo protagonista. De modo que pasemos a conocer a uno de los personajes principales más absurdos y delirantes (que ya es decir) de la serie Bobobōbo Bōbobo, el desternillante y surrealista manga de Yoshio Shawai.
Una bola naranja con púas muy achispada
La apariencia de Don Patch es bastante peculiar. Se trata de una bola de color naranja con púas, grandes y expresivos ojos y brazos y piernas sumamente esquemáticos, reducidos a pequeños palitos de color blanco al más puro estilo dibujo animado. A pesar de lo sencillo de su diseño, va experimentando algunos cambios conforme pase el tiempo. Cuando apareció, su “cuerpo” (que técnicamente es su cara) ocupaba un relativo segundo plano con respecto a sus púas debido al considerable tamaño de éstas y al formar un todo con el cuerpo. Casi parecía una especie de estrella esquemática. Pero muy pronto adquirirá la forma por la que nos resulta más familiar, con una marcada delimitación entre cuerpo y púas, y un tamaño más discreto para estas últimas.
Se han hecho algunas especulaciones en lo que concierne al aspecto del personaje y sus posibles influencias. Hay quien afirma que su diseño está inspirado en Sonic el Erizo, la mascota de Sega tan famosa en todo el mundo y más concretamente en Japón. Para sostener esa idea se basan en sus púas y su carácter vivaz y dinámico. Otros aseveran que su influencia directa es Ristar, un personaje con forma de estrella, perteneciente a la misma compañía de videojuegos que el erizo, cuyo título vio la luz originalmente en Mega Drive y Game Gear en 1995. Es difícil asegurar que estas hipótesis sean ciertas. Lo que está claro es que su nombre original en japonés, Don Patcchi, es un juego de palabras inspirado en la onomatopeya que usan en esa lengua para el sonido de las ametralladoras, así como un caramelo nipón (con el que, por lo demás, no guarda ningún parecido).
En cuanto a sus habilidades de combate, este personaje no se caracteriza precisamente por su fuerza (en más de una ocasión le veremos ser aplastado por luchadores mucho más fuertes que él). Posee tanto ataques sumamente inútiles como el Prukogi (basado únicamente en hacer movimientos rítmicos con brazos y piernas mientras dice “prukogi” una y otra vez) o la Espada Don Patch (una mera cebolleta) como otros que podrían ser de mucha utilidad si los usara con más frecuencia o sus resultados fueran los esperados, como pueden ser su transformación en shuriken o su movimiento especial pilo-púas. Pero si por algo destaca es por su técnica de la chispa/absurdo, que es equiparable a la del propio Bobobo. Incluso en alguna ocasión se ha sugerido que alberga un potencial todavía mayor. Sus ataques achispados resultarán desbastadores en combate como método para desconcertar o desmoralizar al adversario, y para algunos casos concretos (Rice, Dengakuman) serán un fin en sí mismo.
Debido a este constante recurso al absurdo, es muy poco lo que se puede decir sobre el pasado de este personaje, puesto que los flashbacks que se remontan al mismo se reducen a un manojo de delirios completamente inconexos e incongruentes. Ni siquiera es posible precisar su edad (de la que el propio autor asegura no tener ni idea), aunque antes de unirse a Bobobo se muestra como un estudiante de Secundaria a punto de graduarse, como parodia de los mangas de institutos. En cuanto a su personalidad, puede resultar sumamente irascible y extremadamente narcisista y egocéntrico, pero ante todo destaca por su completa inestabilidad de carácter, que le puede llevar a estados de ánimo tan opuestos como la euforia o el entusiasmo más ardiente a la cólera o a la depresión más absolutas.
Estos constantes cambios no sólo dejarán impronta en su ánimo y personalidad, sino en su aspecto, siendo capaz de transmutarse y/o disfrazarse para adquirir diferentes formas (macarra, rapero, ladrón, friki, hombre de negocios, mafioso, gato, perro, pájaro, o metamorfoseado en robot, vehículo y un larguísimo etcétera). Incluida muestra una faceta femenina conocida como Patchita (Patchimi en japonés), mediante el cual dará rienda suelta a su lado maternal con Yakkun, un simple muñeco de madera al que cuida como a un hijo, o servirá como excusa para parodiar cualquier obra de ficción o situación cotidiana. Sin duda se trata de un personaje muy camaleónico, como ya vimos con Mortadelo, aunque bajo su particular estilo «chispeante». Todo ello le conducirá a realizar acciones del todo fuera de lugar con respecto a la situación en la que se halle sumido. Es más, nunca sabremos cómo reaccionará a cada segundo que pase, convirtiéndose en el motor de gags frescos y sorprendentes.
De jefe de la banda Patch a miembro del grupo de Bobobo
Como ya dije en la introducción, el encuentro de Bobobo y Beauty con la excéntrica bola naranja se produjo poco después de partir de la División G de los cazadores de pelo, aunque los tiempos varían en el manga y en el anime. En uno tuvo lugar en la Aldea de la Chispa, mientras que en el otro ocurrió muy cerca de la propia división. Independientemente de la versión, lo cierto es que se dieron de bruces con la Banda Patch, la cual estaba integrada por unos pequeños seres redondos llamados Patches, más pequeños, risueños y con menos púas que el propio Don Patch, así como con un tipo sin nombre ataviado con sombrero y gabardina.
Si bien su primera aparición fue bastante lamentable, mostrando un Don Patch mustio y decaído, tras ingerir un refresco de cola experimentó una milagrosa revitalización. ¿Nos encontramos ante su gran talismán de poder, comparable a las espinacas de Popeye? No. Se trata de un suceso sin la menor continuidad, algo muy habitual en la serie. A esto le siguió un combate tan épico como absurdo, al confundir a nuestro héroe afro con un cazador de pelucas (así llamaban a los integrantes de la división H, contra la que su banda combatía a pesar de ser en realidad tan insignificantes que ni su propio enemigo les conocía). Una vez decidido el resultado de la contienda y a raíz de acontecimientos posteriores, toma la decisión de unirse al grupo. Es el inicio de una larga, fructífera y estrafalaria asociación.
A pesar de formar parte del grupo de Bobobo, hay que reconocer que no lleva muy bien el trabajo en equipo. El carácter egocéntrico al que aludí más arriba le hace desear en todo momento obtener el mayor protagonismo posible. Esto le hará entrar en disputa constantemente con Bobobo, a quien considera su rival (aunque otra forma de verlo es que se aprecian a su manera, tal como aparece en alguna escena). A menudo se autoproclama “protagonista de la serie” y siempre se muestra irritado en las escenas o capítulos en los que aparece poco. Tampoco ayuda el hecho de que el luchador del pelo nasal le utilice como escudo o como arma arrojadiza, o simplemente le de por atacarle gratuitamente junto a los enemigos contra los que combate. Algo parecido le ocurrirá con Beauty. Bajo la identidad de Patchita (Patchimi en japonés), su faceta femenina, podrá llegar a entrar en abierta competencia contra ella para demostrar ser la “heroína de la serie”.
La relación con el resto de integrantes también está lejos de ser idílica, pero cabe destacar el caso especial de Impredecible. Este personaje, un chico joven de pelo corto y rubio, con bufanda, chaqueta roja y pantalón negro, es un poderoso luchador que domina el arte de la cerradura. Podría haber llegado a ser el personaje más serio de la serie si no llega a ser por la obsesión enfermiza por Don Patch, al que llama jefe o padrino (en el manga y anime respectivamente), que le llevará a tratar de emularle en sus locuras. Esto se debe que le salvó indirectamente la vida. Impredecible se encontraba al borde de la muerte cuando sorprendió a Don Patch haciéndose a vuelta y vuelta en una sartén mientras soplaba un matasuegras (en el manga era un puro, pero lograron convertir la censura en un alarde de genialidad). Esta escena le marcó profundamente y le devolvió las ganas de vivir.
Conclusión y recomendaciones
Don Patch es una bola anaranjada con púas, un luchador tan desastroso en el combate como demoledor en el terreno del absurdo gracias a su carácter vivaz e inestable y su enorme capacidad camaleónica. Su carisma es tal que ha superado en popularidad a Bobobo en distintas encuestas. Su narcisismo le lleva a autoafirmarse como protagonista de la serie y protestar cuando considera que no ha aparecido lo suficiente en algún capítulo.
Si queréis acercaros a este personaje y a la serie de Sawai en general, Planeta DeAgostini ha reeditado hace relativamente poco la serie completa, que consta de 21 volúmenes. Eso sí, ya hay escasez de stock con algunos números, así que es posible que tengáis problemas para completar la colección (como le está sucediendo a un servidor). Esto sólo se subsanará si la editorial decide sacar nuevas ediciones (esperemos que ocurra pronto). Eso sí, al menos está disponible en nuestro idioma, porque tanto Sinsetsu Bobobo (2006), secuela directa de la primera serie, así como Fuwari! Don Pacchi (2012), un spin-off que tiene a Don Patch como protagonista, no han visto todavía la luz en España.
Por otro lado tenemos la serie anime, que a mi modo de ver supera en varios aspectos al manga original. Su gran inconveniente es que tuvo un final abrupto debido a las quejas de la asociación de padres y profesores de Japón, lo cual clama al cielo si tenemos en cuenta de que en ese país existen muchas otras series mucho más violentas y de bastante peor gusto, máxime cuando buena parte de la violencia y muchos de los motivos más polémicos del manga, como ciertos detalles escatológicos y eróticos, fueron suavizados o directamente suprimidos. Así que si queréis enteraros del final a través del anime, simplemente no os va a ser posible.