Es más que probable que quienes siguen esta sección desde sus inicios hayan reparado en mi predilección por los personajes de la escuela Bruguera, una prolífica corriente que dejó una profunda impronta en el cómic nacional y que con esta modesta iniciativa pretendo contribuir a rescatar del olvido a algunos de sus más insignes personajes. En efecto, como he repetido una y otra vez a lo largo de la pasada temporada, tanto la extinta Bruguera como su sucesora Ediciones B tienen una parte importante de culpa de ello, en tanto que no han hecho gran cosa para reivindicarlos con colecciones o publicaciones sueltas, y cuando así ha sido, se ha mostrado a todas luces tardío e insuficiente. Este y otros factores contribuyeron a que el 99,9% de sus personajes fueran relegados al olvido
más absoluto del que sólo unos pocos elegidos consiguieron salvarse. A la cabeza de todos ellos se hallan los aquellos colosos del cómic español del maestro Ibáñez que no necesitan presentación: Mortadelo y Filemón. Como ya hablé del primero en mi debut en Conociendo a…, resulta bastante apropiado que dedique el presente espacio (el primero de la nueva temporada por lo que a mí concierne) a Filemón Pi, el otrora “jefazo” de la Agencia de Información y actual “jefecillo” de Mortadelo en la TIA.
LA METAMORFOSIS DE FILEMÓN
Como ya señalé en el artículo de Mortadelo, la evolución en la caracterización de ambos personajes ha sido radicalmente dispar. Si los cambios en Mortadelo se redujeron a lo estrictamente proporcional a la evolución estilística del dibujo del autor (formas suavizadas, modificación del diseño de orejas, pies, etc.), manteniendo lo fundamental de sus facciones básicas, con Filemón sucedió todo lo contrario. Mientras que en su primera etapa (desde 1958 a los primerísimos años de la década de los 60) ambos personajes experimentaron las mismas transformaciones estéticas con la pérdida de sus complementos “detectivescos” (paraguas y bombín en el caso de Mortadelo, y sombrero de Sherlock Holmes y pipa en el de Filemón, a la que se le añade la sustitución de su corbata por su clásica pajarita), desde entonces ambos transitarían sendas gráficas divergentes, como veremos enseguida.
En sus inicios, Filemón era representado como un personaje de mediana edad, cuya cabeza representaba la forma de una alargada elipse, de la que sobresalía una larguísima nariz (y, en los ejemplos más tempranos, la barbilla) que rivalizaba con la del propio Mortadelo. Sus atributos se completaban con sus clásicos dos pelos(apenas visibles con el sombrero), así como su citada indumentaria detectivesca que lo constituía como una parodia del personaje de Conan Doyle. Pero los años 60 marcaron un punto de inflexión en su evolución, de tal suerte que en unos pocos años (de hecho,antes del término de la década) adquiriría sus atributos definitivos. De forma paulatina pero irremisible, su cráneo fue suavizando sus formas, adquiriendo contornos más redondeados, al tiempo que su nariz fue haciéndose menos oblonga hasta alcanzar unas dimensiones relativamente moderadas para los estándares de Bruguera. A ello se añadió una línea de expresión que formaba una extensa curva que enlazaba las fosas nasales con la comisura de la boca. Asimismo, y ya en calidad de agente de la TIA, terminó perdiendo definitivamente su hasta entonces característica chaqueta roja (en los años previos ya la fue llevando de forma cada vez más esporádica), mostrando desde entonces su indumentaria definitiva: camisa blanca, pajarita negra y pantalones rojos. Desde entonces su aspecto se mantuvo estable hasta el día de hoy, con unos pocos cambios circunscritos a detalles estéticos menores.
DE “JEFAZO” A “JEFECILLO”
El nombre de Filemón procede directamente del título originario de sus historietas, Mortadelo y Filemón, Agencia de Información, puesto que en la época era costumbre establecer rimas y juegos de palabras con los nombres de los personajes de sus historietas. En efecto, encabezaba una agencia de detectives privados, donde contaba con la asistencia de Mortadelo, su ayudante. En su calidad de mandamás, Filemón, fiel a su carácter agrio y arrogante, mostraba siempre un comportamiento autoritario, despótico y en ocasiones incluso arbitrario con aquél. No sólo exigía a su desdichado el cumplimiento de los casos más variopintos (como no podía ser de otra manera, una de las temáticas más recurrentes relacionadas con su profesión era la de dar caza a tal o cual criminal), sino que era habitual que le encomendara labores más propias de un criado que de un ayudante de detective. Como contrapartida, Mortadelo en todo momento hace gala de una extremada ineptitud y negligencia en el cumplimiento de sus cometidos, incluso de los más sencillos y triviales, provocando las iras de su jefe y de todos los implicados en sus despropósitos, que suelen ser los clientes más distinguidos de la agencia. Tampoco faltaban sus momentos de hastío con su afición a probarse disfraces, animadversión que conserva hasta el día de hoy. Así pues, el conflicto superior-subalterno se erige como la nota dominante dadora de sentido de la serie.
Como también mencioné, desde principios de los 70, la incorporación de los antiguos detectives de la Agencia de Información a la organización de inteligencia denominada la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), consecuencia natural e inevitable de la elevación del grado de complejidad argumental que conllevó la adaptación de sus aventuras al gran formato de tradición francesa, implicó una modificación de la cadena de mando. Ya dejé patente que Mortadelo fue el peor parado al estar nuevamente en el escalafón más bajo, pero fue Filemón quien más acusó los cambios. Su puesto preeminente en la escala jerárquica dio un vuelco cuando éste fue ocupado por el Supertientedente Vicente, alias el “Super” (quien a su vez recibe órdenes del Director General). Esto le dejaba en una situación muy delicada, pues ya no sólo debía lidiar con la incompetencia de su ayudante (y con la suya propia), que le llevará a ser la víctima de multitud de accidentes que configuran el núcleo central de la inagotable sucesión de gags que componen sus aventuras, sino con las consecuencias que éstas traían en su calidad de superior inmediato, y por tanto, responsable de sus actos. De hecho, uno de los finales más habituales es aquél en el que ambos se esconden, con ayuda de los disfraces de Mortadelo, de un Super embargado de ira asesina, un rol que antes le tocaba jugar a él.
De hecho, en esta etapa se pueden considerar a Mortadelo y Filemón más como compañeros de fatigas que como jefe y subalterno. Ambos sufren de los abusos del Supernintendente, deben hacer frente a los terribles inventos del profesor Bacterio y a las iras de Ofelia, y ambos habitan en la misma ruinosa pensión el Calvario, situación que conocimos en Su vida privada (1998), que refrenda aún más si cabe dicha situación. Esto no será óbice para que Filemón le considere un igual, puesto que es demasiado orgulloso y soberbio como para reconocer sus miserias propias. Su interés en aparentar un estatus social mayor del que tiene no sólo se ha mantenido intacto, sino que se ha visto reforzado con esta precarización de su posición.
CONCLUSIÓN Y RECOMENDACIONES
Filemón es uno de los integrantes del dúo cómico más renombrado del cómic español. Conocido por su mal carácter, su soberbia y sus dos pelos, jamás podrá evitar sufrir toda una serie de desgracias a causa de ineptitudes propias y ajenas, muy especialmente las generadas por su torpe ayudante . El hecho de que se trate de realidad de un tipo bastante corriente y que, por lo tanto, carezca de habilidades extraordinarias de la talla de Mortadelo (mucho más llamativo al ser todo un genio del disfraz, capaz de transmutarse en casi cualquier cosa imaginable) le ha hecho ser eclipsado por éste a nivel de popularidad. En cualquier caso, su papel se revela a todas luces imprescindible dentro de una serie cuya quintaesencia radica en la eterna confrontación superior-subalterno.
Las recomendaciones para una serie tan longeva y excepcionalmente prolífica hacen muy difícil hacer recomendaciones concretas, sólo pudiendo destacar algunas que ya recomendé para Mortadelo , en tanto que ayudan a ampliar nuestros conocimientos sobre los personajes (las ya citadas La historia de Mortadelo y Filemón y Su vida privada), así como un interesante recopilatorio, cuya existencia ignoraba hasta el día de hoy, titulado simplemente Agencia de Información (2010). Este ejemplar de la colección Maestros del Cómic, recoge las primeras historietas de su etapa más antigua y desconocida por el gran público, cuando ambos personajes aún exhibían sus complementos detectivescos ya mencionados más arriba. Por lo demás, recomiendo cualquier número (todos ellos de carácter autoconclusivo) de la tradicional colección Olé Mortadelo, los Super Humor (tomos de gran formato compuestos por varias aventuras) o la más reciente Magos del Humor, en tapa dura.
En el plano audiovisual, a las series animadas ya recomendadas y a unas películas de actores reales no demasiado acertadas se le añade la película de animación 3D Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014), muy probablemente la mejor adaptación de imagen en movimiento realizada hasta la fecha, ya sea en la pequeña y la gran pantalla.