Lo primero que vemos es una extraña y profunda caverna con una tupida y nudosa red de conductos que ascienden serpenteantes desde unas insólitas máquinas. Tras una atmósfera humeante, el metálico y rítmico entrechocar de las palancas de dichos artefactos domina a cualquier otro ruido. Unos operarios de color negro, ojos amarillos, largos brazos y aspecto simiesco trabajan incansablemente accionando los mecanismos ante la atenta mirada de una criatura con cuernos y de color rojo, que hace las veces de capataz. De súbito, la monona dinámica se interrumpe. La palanca de una de las máquinas se ha atascado y se niega a moverse a pesar de los esfuerzos de una de esas pintorescas criaturas. En la siguiente escena, una niña, tendida en el suelo de un restaurante, recupera el conocimiento…
Este es el principio de Koma, el cómic de tintes dickensianos y cierto regusto metafísico de los historietistas suizos Pierre Wazem y Frederik Peeters, de cuya protagonista, Addidas, hablaré hoy.
La pequeña deshollinadora

Addidas es una niña de grandes ojos negros, aspecto algo desaliñado pero risueño y vivaz. Su pelo es negro y de peinado caótico; corto y alborotado en la parte posterior de la cabeza y más largo hacia la zona del flequillo, donde se divide en tres coletas, una a la izquierda y dos en la parte derecha. Pero quizás lo que primero llame la atención de ella sea su nombre, ya que es casi idéntico a la famosa marca de ropa deportiva. Esa compañía también debe existir en su mundo ficticio, porque en sus presentaciones nunca falta la frase “pero no como el calzado, ¿eh?”.
Este hecho no me parece fortuito, si tenemos en cuenta la realidad de la protagonista y lo tristemente célebre que es dicha compañía multinacional (entre tantas otras) a la hora de utilizar mano de obra infantil en ciertos países para reducir costes de producción. En efecto, a pesar de su corta edad, trabaja casi sin descanso como deshollinadora ayudando a su viudo padre, Julius Eme, a limpiar las chimeneas que les asignan por contrato. No es fácil, puesto que, por razones no muy claras, existe una enorme abundancia de las mismas en esa gran urbe. Dominan por completo el paisaje urbano, jalonando los edificios aquí y allá, hasta donde alcanza la vista. Por si fuera poco, la competencia en el mercado de la limpieza de chimeneas es feroz, por lo que no deben tomarse ningún respiro si no quieren que otros compañeros de profesión les quiten el trabajo. Es una tarea extremadamente ardua. Su padre lo sabe, y le tortura la sola idea de enviar a su propia hija a ese foco de infección lejos de cualquier ayuda, pero sólo ella cabe por los pasos mas estrechos, del todo inaccesibles para un adulto. De no ser así, hubiera perdido el trabajo hace tiempo y, por tanto, no tendría nada con qué mantenerla.

Desmayos sin motivo aparente
Todavía no he hecho alusión al rasgo más característico de nuestra joven protagonista. Padece una especie de enfermedad poco común, cuyo principal (y posiblemente único) síntoma es sufrir continuos y repentinos desmayos. El origen de este trastorno es del todo desconocido. No ha habido médico capaz de efectuar diagnóstico alguno. Tampoco ayuda la falta de recursos económicos para costear análisis y tratamientos, altamente elevados para la precaria economía familiar. De todos modos, Addidas ya lo ha asimilado hasta el punto de tomarlo como un hábito. Cada vez que alguien se alarma por sus desvanecimientos, ella los quita importancia y se limita a contabilizarlos en su cuaderno particular.

Una niña alegre y astuta

Con lo que tenemos hasta ahora podemos concluir que la vida de Addidas no es precisamente fácil. A pesar de todo, lejos de tener una personalidad triste y melancólica, la pequeña protagonista es jovial y despreocupada, manteniendo su humor prácticamente intacto en la mayoría de situaciones. De hecho, es ella la que saca a flote a su padre, emocionalmente hablando, cuando éste se aflige por su situación laboral, la salud de su hija o la pérdida de su esposa varios años atrás, sacando a relucir su faceta más madura.
También hace ostensible una inteligencia poco usual para su edad. Es aficionada a los crucigramas y a las películas del Oeste, y su mayor sueño es visitar el campo algún día (ni siquiera su padre sabe qué aspecto tiene, confinado como está en aquella ciudad sin fin). A veces la veremos filosofar en voz alta, transformando sus pensamientos en un discurso algo estrafalario, a medio camino entre lo perspicaz y lo inocente, dando como resultado una racionalidad muy particular. Esto, en combinación con su temperamento resoluto y valeroso, le será bastante útil para superar con éxito las aventuras que están por venir.


Conclusión y recomendaciones
Addidas es una pequeña deshollinadora que ayuda a su padre en la limpieza de chimeneas, a cuyos recovecos sólo ella puede acceder. Sufre continuos e inexplicables desmayos que son un quebradero de cabeza para el pobre Julius, pero ella no parece darles mucha importancia gracias a su carácter jovial y despreocupado. ¿Qué relación habrá entre su hogar, la ciudad de incontables chimeneas, y ese extraño mundo de las profundidades?
Existen dos alternativas para la lectura de la obra de Wazem y Peeters, todas ellas traídas a España de la mano de la editorial Dibbuks. La primera opción es la de leer los tomos por separado y a color. Consta de seis entregas: La voz de las chimeneas (2006), El gran agujero (2006), Como en los Westerns (2007), En el hotel (2008), El duelo (2008) y En el principio (2009). Otra alternativa es la edición integral, que aúna todas las aventuras en un único tomo de cerca de 300 páginas y en blanco y negro, publicado en 2014. Además de lo ya comentado, este último cuenta con una traducción revisada con respecto a la original.

