Descansa en paz (Handling The Undead)

[HorrorScience] «Descansa en paz»: Una desgarradora exploración del duelo a través del lente del cine zombi

Descansa en paz (Handling The Undead)
Fecha de lanzamiento
09/02/2024
Género
Terror, Drama
Dirección
Thea Hvistendahl
Guión
Thea Hvistendahl, John Ajvide Lindqvist
Reparto
Bjørn Sundquist, Renate Reinsve, Dennis Østry Ruud, Bente Børsum, Olga Damani, Anders Danielsen Lie, Bahar Pars, Inesa Dauksta, Kian Hansen, Jan Hrynkiewicz

«Descansa en paz» («Handling The Undead» en ingés, o «Håndtering av udøde» según su título original en noruego) no es tu típica película de zombis. Esta obra de la directora noruega Thea Hvistendahl y el novelista John Ajvide Lindqvist (Déjame entrar) nos sumerge en un mundo donde los muertos regresan a la vida, pero no de la manera que esperaríamos. Lejos de las hordas hambrientas de carne humana que estamos acostumbrados a ver en el género, nos encontramos con una exploración pausada y contemplativa del duelo y la pérdida.

La trama sigue a tres familias que han sufrido pérdidas recientes: Anna y su padre Mahler, quienes perdieron al hijo/nieto Elias; David, cuya esposa Eva acaba de fallecer en un accidente; y Tora, que acaba de enterrar a su pareja Elisabet. Cuando un extraño fenómeno electromagnético hace que los muertos se levanten, estas familias se enfrentan a la aterradora realidad de tener de vuelta a sus seres queridos, pero no como los recordaban.

Lo que distingue a «Descanza en paz» es su enfoque deliberadamente lento y meditativo. Hvistendahl opta por un ritmo pausado que puede resultar exigente para algunos espectadores, pero que es fundamental para sumergirse en el estado emocional de los personajes. Las escenas se desarrollan con una lentitud casi dolorosa, reflejando la forma en que el tiempo parece arrastrarse cuando estamos sumidos en el dolor.

La película está repleta de largos silencios y tomas estáticas que se extienden más allá de lo que podríamos considerar cómodo. Este uso del silencio no es un simple recurso estilístico, sino una herramienta poderosa para transmitir el peso del duelo. En estos momentos de quietud, podemos sentir la ausencia que consume a los personajes, el vacío que ha dejado la pérdida en sus vidas.

El diálogo es escaso y, cuando ocurre, a menudo es entrecortado y lleno de emociones contenidas. Los personajes luchan por expresar lo inexpresable, por dar voz a un dolor que parece demasiado grande para ser contenido en palabras. Esta economía de diálogo obliga al espectador a prestar atención a los gestos, las miradas y el lenguaje corporal de los actores, que transmiten volúmenes de emoción sin necesidad de palabras.

La fotografía de la película, bañada en una luz gris y apagada, crea una atmósfera constantemente depresiva y opresiva. Los colores desaturados y las sombras alargadas reflejan el estado de ánimo de los personajes, atrapados en un mundo que parece haber perdido toda su viveza. Esta elección visual no solo establece el tono de la película, sino que también sirve como una metáfora visual del estado emocional de los protagonistas.

Hvistendahl utiliza planos largos y contemplativos que nos obligan a sentarnos con la incomodidad y el dolor de los personajes. Vemos a Anna, interpretada magistralmente por Renate Reinsve, luchando por encontrar un propósito en un mundo que ya no incluye a su hijo. La cámara se detiene en su rostro, capturando cada matiz de su dolor, cada destello de esperanza desesperada cuando su hijo regresa, y el horror gradual que se apodera de ella cuando se da cuenta de que lo que ha regresado no es realmente su hijo.

Estas escenas lentas y casi sin diálogo son el corazón palpitante de la película. Nos obligan a enfrentarnos a la realidad del duelo de una manera que pocas películas se atreven a hacer. No hay montajes emotivos ni discursos conmovedores que nos ofrezcan una catarsis fácil. En su lugar, nos vemos obligados a sentarnos con el dolor, a experimentarlo en tiempo real junto con los personajes.

La película en su totalidad se siente como una inmersión prolongada en el sufrimiento profundo de perder a un ser querido. Cada fotograma está impregnado de una sensación de pérdida y anhelo. Los zombis en esta película no son monstruos que deben ser temidos o destruidos, sino manifestaciones físicas del dolor que los personajes no pueden dejar ir. Son recordatorios constantes y desgarradores de lo que se ha perdido.

Es crucial entender que «Descansa en paz» es mucho más un drama que una película de zombis. Aunque utiliza elementos del género de terror, lo hace como un medio para explorar temas profundamente humanos. La verdadera «infección» en esta película no es un virus que convierte a las personas en monstruos, sino el dolor que se propaga y consume a los vivos.

La película nos obliga a preguntarnos: ¿Qué haríamos si tuviéramos la oportunidad de volver a ver a un ser querido fallecido? ¿Cómo reaccionaríamos ante la cruel ironía de tenerlos de vuelta, pero como una sombra de lo que fueron? Estas preguntas se exploran a través de las diferentes reacciones de las familias.

Anna y su padre Mahler se aferran desesperadamente al cuerpo reanimado de Elias, negándose a aceptar que lo que ha regresado no es realmente su hijo/nieto. Su lucha por mantener una apariencia de normalidad es desgarradora y profundamente perturbadora. Vemos cómo el dolor puede cegarnos, llevándonos a negar la realidad incluso cuando está frente a nosotros.

David, por otro lado, se enfrenta a una situación diferente con su esposa Eva. Su lucha es más sutil, pero igualmente dolorosa. Debe navegar por la confusión y el dolor de sus hijos mientras lidia con sus propias emociones conflictivas. Su historia nos muestra cómo el duelo puede complicar las dinámicas familiares, creando tensiones y malentendidos incluso entre aquellos que comparten la misma pérdida.

La historia de Tora y Elisabet ofrece una perspectiva diferente sobre el duelo y la pérdida. Su relación, interrumpida por la muerte, se convierte en una meditación sobre el amor y la mortalidad. La escena en la que bailan juntas, con Elisabet en su estado zombificado, es una de las más conmovedoras de la película. Es un momento de belleza agridulce que captura la esencia de lo que la película está tratando de transmitir: el anhelo desesperado de conexión en medio de la pérdida irreparable.

La decisión de Hvistendahl de mantener la violencia y el gore al mínimo es crucial para el impacto emocional de la película. En lugar de sobresaltos y sustos, la película genera una sensación constante de inquietud y malestar. El verdadero horror aquí es existencial, nacido de la confrontación con la finalidad de la muerte y la imposibilidad de recuperar realmente lo que se ha perdido.

Esta aproximación al género zombi puede resultar frustrante para aquellos que esperan la acción y la adrenalina típicas de las películas de muertos vivientes. «Descansa en paz» exige paciencia y disposición para sumergirse en emociones incómodas. No es una película que ofrezca respuestas fáciles o consuelo rápido. En su lugar, nos invita a sentarnos con el dolor, a explorarlo en toda su complejidad y fealdad.

La película también plantea preguntas filosóficas profundas sobre la naturaleza de la conciencia y la identidad. ¿Qué es lo que hace que seamos quienes somos? ¿Es simplemente nuestro cuerpo físico, o hay algo más, algo intangible que se pierde con la muerte? Los zombis en esta película, con sus miradas vacías y sus movimientos mecánicos, son un recordatorio constante de que lo que hace que una persona sea quien es va más allá de su mera existencia física.

A medida que la película avanza, la tensión se acumula de manera casi imperceptible. No hay grandes momentos de clímax o revelaciones dramáticas. En su lugar, experimentamos un lento descenso a la desesperación junto con los personajes. La realización gradual de que no hay vuelta atrás, de que la muerte es final incluso cuando el cuerpo sigue moviéndose, es devastadora en su quietud.

Es importante señalar que «Descansa en paz» no es una película para todos. Su ritmo lento y su enfoque en el dolor emocional pueden resultar agotadores para algunos espectadores. Aquellos que buscan entretenimiento ligero o que se aburren fácilmente con películas contemplativas probablemente encuentren esta experiencia frustrante. La película exige una inversión emocional significativa y una disposición para enfrentar temas difíciles sin la promesa de una resolución satisfactoria.

Sin embargo, para aquellos dispuestos a sumergirse en sus aguas turbias, «Descansa en paz» ofrece una experiencia cinematográfica única y profundamente conmovedora. Es una meditación sobre el duelo que utiliza el género zombi de una manera novedosa y provocativa. Nos obliga a confrontar nuestros propios miedos sobre la muerte y la pérdida, y a considerar cómo reaccionaríamos si se nos diera una segunda oportunidad imposible con aquellos que hemos perdido.

En última instancia, «Descansa en paz» es una película sobre la necesidad de dejar ir. A través de sus personajes, exploramos las diferentes etapas del duelo: la negación, la ira, la negociación, la depresión y, finalmente, la aceptación. La película sugiere que, por doloroso que sea, aceptar la finalidad de la muerte es necesario para poder seguir adelante.

El final de la película, que no revelaré aquí, es un golpe emocional que resuena mucho después de que terminen los créditos. No ofrece respuestas fáciles ni consuelo barato, sino una comprensión más profunda de la naturaleza del duelo y la pérdida. Nos deja con la sensación de haber experimentado algo profundamente humano y universal, a pesar del contexto sobrenatural de la historia.

En conclusión, «Descansa en paz» es una obra maestra del cine contemplativo que utiliza el género zombi como vehículo para explorar temas profundamente humanos. Su enfoque lento y meditativo puede no ser para todos, pero para aquellos dispuestos a sumergirse en su mundo, ofrece una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que se queda contigo, que te obliga a reflexionar sobre tus propias experiencias con la pérdida y el duelo.

Algunas curiosidades sobre «Descansa en paz»

  • Durante años, Kristian Petri fue el director preferido de John Ajvide Lindqvist para dirigir la película. Ajvide Lindqvist escribió en su antiguo foro oficial, ahora desaparecido, que la película estaba en un aprieto en cuanto a su desarrollo porque la productora a la que había firmado los derechos quería venderlos a una compañía estadounidense en lugar de hacer la película ellos mismos. Petri finalmente abandonó el proyecto y cuando los derechos volvieron a manos de Ajvide Lindqvist, los vendió a Einar Film.
  • Si bien la novela original en la que se basa la película se escribió originalmente en sueco y se desarrolla en el municipio de Danderyd, en el norte de Estocolmo, la adaptación cinematográfica se desarrolla en Oslo, Noruega, con diálogos hablados en noruego.
  • La nana que canta el niño durante un entierro está en idioma farsi. Esto es porque en cierto modo está dedicada a su madre, que es persa-sueca, y aunque viven en Noruega, la cancion está cantada como una nana persa.
  • Si sabes ingés y te interesa ver una entrevista con la directora de la pelicula acerca de esta pelicula, aqui tienes una interesante:
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