La gente tiene una imagen preconcebida de los gatos que, para ser sinceros, no se aleja mucho de la realidad. Tendemos a pesar en ellos como unas mascotas independientes, tranquilas y bastante más limpias que los perros. Como contrapunto, se han ganado la fama de egoístas, caprichosos y un tanto susceptibles, además de muchos otros defectos bastante “gatunos”.
Ahora bien, ¿qué ocurre si a todos los clichés asociados a esos felinos les añadimos algunos ramalazos humanos, los mezclamos, y lo vertemos sobre un formato de aventuras cortas de tira cómica diaria? Que obtenemos a Garfield, por supuesto.
DE MOLE REDONDA A «PIE GRANDE» GATUNO
Garfield, creado por el dibujante estadounidense Jim Davis el 19 de junio de 1978, es un gato rechoncho, de pelaje atigrado (naranja y con rayas negras), y de ademanes parsimoniosos y apáticos. Pero a partir de esos rasgos básicos, la morfología del personaje ha variado enormemente a lo largo de los años. Comenzó siendo una gran mole curvilínea cuya cabeza ocupaba un discreto segundo plano. Poco a poco, sus diminutos rasgos faciales fueron adquiriendo mayores dimensiones y expresividad hasta convertirse en el pilar central del lenguaje narrativo del autor. A la vez, su cuerpo fue abandonando ese esquematismo curvo para adoptar una forma más realista. Hacia principios de los 80, ya había alcanzado una nueva fase estética, mi favorita visualmente hablando, en la que su imagen de gato doméstico holgazán había alcanzado su apogeo.
Desde finales de esa misma década y principios de los 90, culmina un proceso de humanización que había ido experimentando de forma gradual pero constante. Si bien fue entonces cuando apareció casi siempre erguido sobre sus patas traseras, ya en los años previos hizo sus primeros intentos de caminar sobre sus dos patas (dándose de bruces contra el suelo por falta de práctica) y realizó actividades que requerían una pose erguida, algo que se ve claramente en su rol del “Justiciero de la Capa», sus “shows” sobre la valla y, en general, a la hora de efectuar cualquier actividad propia de un humano. Por otra parte, había adquirido casi por completo sus rasgos definitivos, incluyendo sus grandes ojos ovalados y sus enormes pies, que todavía crecerían un poco más hasta alcanzar un tamaño un tanto desproporcionado. Si bien por un lado supone desvirtuar sus planteamientos originales de gato doméstico, por otro otorga mayor coherencia a un comportamiento cada vez más humano.
UN GATO DOMÉSTICO NO TAN TÍPICO
Como ya dije más arriba, el enfoque original del personaje felino de Jim Davis es el de caricaturizar los hábitos de los gatos domésticos más sedentarios. Por lo tanto, no es sorprendente que sea un holgazán, egocéntrico, irascible y muy, muy comilón. Su rutina diaria prioriza las largas siestas que pueden durar días enteros y las grandes comilonas. Su bienestar siempre está por encima del de los demás, por lo que montará en cólera cada vez que alguien le dispute la comida o el sitio del sillón. Además, como todo gato, posee una importante debilidad por trepar a los árboles (para luego verse atrapado en ellos) y aunque no es muy buen cazador, a veces intentará devorar algún pájaro, aunque con poco éxito. También siente especial animadversión hacia los perros, a los que hostigará siempre que pueda.
Pero otros rasgos de su personalidad lo apartan del gato típico y lo acercan a los hábitos humanos. Para empezar, detesta la comida de gatos y exigirá siempre comida humana, muy especialmente lasaña (más tarde el autor dará una explicación a esto, el haber nacido en un restaurante de comida italiana). También es muy aficionado al café. Asimismo, rechaza cazar ratones arguyendo que va contra sus principios, aunque a veces haga el “paripé” para engañar a su dueño Jonh. Es asiduo a la televisión. De hecho, se pasa horas enteras en el sillón viendo telebasura, puesto que evita en todo momento los programas educativos y de calidad. Incluso posee algún rasgo propio de los perros, como el de perseguir a los carteros y a los vehículos.
Estas situaciones suelen repetirse de forma casi cíclica, aunque siempre con variantes que las hacen únicas, y sin excluir otras nuevas que aportan variedad y dinamismo a la serie.
UNA FAMILIA MAL AVENIDA
Se suele decir que las mascotas son un miembro más de la familia. Si esto es así, podemos calificar a la “familia” de Garfield como de mal avenida. Jonh, el dueño de Garfield, invierte la mayor parte de su tiempo en cuidarle, excediéndose hasta el punto de caer en la excentricidad, puesto que habitualmente hablará con su gato, le llevará de vacaciones o incluso le utilizará como acompañante si, por un milagro, consigue una cita con una chica (aunque si no lo hace él se apunta igualmente). Le conoce a la perfección, puesto que a pesar de no poder oír sus pensamientos, capta sus intenciones de acuerdo con su comportamiento. Con todo, Garfield no tiene el más mínimo reparo para utilizarle conforme a sus intereses, y no dudará en arañarle o martirizarle de cualquier otra forma si no hace lo que él quiere. Esto ocurre con más frecuencia de lo que parece, puesto que el dueño habitualmente se niega a darle su propia comida insistiendo en que coma la comida de gato. Asimismo, intenta darle un baño, ponerle a régimen y cada cierto tiempo trata de llevarle al veterinario (a menudo bajo la excusa de ver a la veterinaria Liz). Pero sin duda lo que acarrea las peores consecuencias es burlarse de su sobrepeso, cosa con lo que el rollizo felino será implacable.
El otro miembro de la familia es Odie. Supone un fastidio constante para Garfield, no sólo por tratarse de un perro, sino también por ser todo lo contrario a él, es decir, hiperactivo, alegre y bastante estúpido. Eso sí, nuestro gatuno protagonista se divertirá mucho a su costa lanzándole al vacío de una patada o haciéndole otras “perrerías”.
Su círculo va más allá de su unidad doméstica, aunque no mucho más. Cabe destacar a dos de esos personajes, Nermal y Arlene. El primero es un gato al que detesta, puesto que siente una gran envidia por ser demasiado lindo/mono y siempre echárselo en cara. Por su parte, Arlene es una gata con la que tiene una especie de relación, aunque no parece cuajar debido al egocentrismo del protagonista. Tiene un triángulo amoroso consigo mismo.
Por último, no sería justo concluir este capítulo sin reconocer que posee una faceta afectiva y sentimental. Lo que ocurre es que casi siempre la manifiesta con un ser inanimado. Se trata de Pooky, su oso de peluche, al que trata prácticamente como a un hijo (aunque en parte se deba a que no puede llevarle la contraria ni disputarle la comida).
CONCLUSIÓN Y RECOMENDACIONES
Garfield es un híbrido entre gato y humano, reuniendo en un solo personaje lo mejor y lo peor (sobre todo lo peor) de ambas especies. Además, se ha convertido en una especie de reflejo del hedonismo y apatía de parte de la “clase media” del primer mundo. Pero a pesar de su vagancia y gula, así como de su carácter egoísta, manipulador y hasta mezquino, este felino se ha convertido en uno de los personajes de cómic más entrañables.
Desde su primera publicación en 1978 hasta la actualidad, el gato de Jim Davis ha protagonizado literalmente miles de tiras y han llegado a aparecer en más de 2500 periódicos en más de cien países. Para leerlas en español, existen tanto obras completas como recopilatorios, por lo general son bastante accesibles. Para las obras completas, la editorial Planea DeAgostini está publicando tomos por orden cronológico. El último de ellos (el número 11) ha sido publicado este mismo mes, y llega hasta el año 2000, así que aún quedan unos cuantos por sacar. En cuanto a los recopilatorios, se encuentran a la venta Barriga de Oro (2012) y Garfield lo hace a lo grande (2013), aunque el más destacado es 30 años de risas y lasañas (2009), puesto a la venta por motivo de su aniversario e incluye una recopilación de tiras agrupadas por etapas y contenidos extras y explicaciones del autor. Desgraciadamente está descatalogado, pero al ser reciente imagino que no será difícil de encontrar en algún sitio de segunda mano.
Finalmente, sólo me falta recomendar las series animadas Garfield y sus amigos (1988) y El show de Garfield(2008). La primera es la serie clásica que tiene como defecto el hecho de que no está enteramente dedicada a Garfield al haber algunos sub-capítulos reservados a los animales de la granja de los padres de Jonh. La segunda es la serie de animación tridimensional hecha por ordenador. Ambas recogen lo fundamental de las tiras y añaden tramas un poco más elaboradas que las que pueden tener cabida en ese formato. Por lo demás, existen dos películas, una de 2004 y una segunda parte del año 2008, pero es una mención más que una recomendación por las nefastas críticas que han recibido.